Soufflé de independentistas

ABC 12/09/13
EDURNE URIARTE

Lo que sí es posible legalmente y tiene legitimidad histórica para Escocia, ni es legal ni tiene legitimidad histórica para Cataluña

No nos engañemos, la gran movilización independentista montada por la élite nacionalista catalana está sustentada en una minoría de la población. Exactamente igual que en Escocia. Con la diferencia, por supuesto, de que ambos casos nada tienen que ver ni legal ni históricamente, y lo que sí es posible legalmente y tiene legitimidad histórica para Escocia, ni es legal ni tiene legitimidad histórica para Cataluña.
Pero, al margen de esa diferencia, hay una mentira común a ambos nacionalismos en su presión por la independencia. Y es la mentira de que la independencia sería una reivindicación masiva, mayoritaria de la sociedad. La encuesta British Social Attitudes ha preguntado sistemáticamente sobre esta cuestión desde que fue constituido el Parlamento escocés en 1999, y el porcentaje de proindependentistas ha oscilado entre el máximo del 35% en 2005 y el mínimo del 23% en 2010. Como destaca el politólogo John Curtice, el porcentaje de independentistas no ha variado sustancialmente en todo el período, tampoco desde que gobiernan los nacionalistas del SNP, tras su victoria en 2007.
Y, sin embargo, con ese tercio de la población, los nacionalistas escoceses han forzado el referéndum independentista de 2014. Esa débil base política explica por qué todas las encuestas dan una clara victoria del No a la independencia. Todas menos una. De doce encuestas importantes publicadas hasta ahora en 2013 (UK Polling Report), hay una única que da una reñida victoria al Sí (con un 44% frente al 43%), pero resulta que es la única también que precede a la pregunta del referéndum con otra que influye sustancialmente en esa respuesta.
Algo que está pasando igualmente en algunas encuestas sobre la independencia catalana, que condicionan la respuesta a la independencia con otra pregunta anterior, habitualmente la referida a si Cataluña paga demasiado dinero al resto de España. Pero las series históricas del CIS muestran que los proindependentistas se han mantenido alrededor del 25% y sólo en alguna encuesta reciente (Barómetro autonómico III de septiembre de 2012) han subido al 33,7%, un tercio de la población.
Y, sin embargo, independentistas escoceses y catalanes han conseguido extender no sólo la idea de mayoría, sino también la de la bondad y modernidad del independentismo. Sin que la reivindicación de la insolidaridad fiscal con las regiones más pobres, argumento, por ejemplo, de los artículos de Mas en TheNewYorkTimes y de Homs en TheGuardian, haya afectado los esquemas mentales del progresismo. De los dos periódicos que acogen ambos artículos o de los partidos comunistas y socialistas que legitiman esa idea de la modernidad independentista.
Se trata de un soufflé numérico e ideológico. Pero, de momento, no hay manera de pincharlo.