ABC-LUIS VENTOSO

Errejón ha mostrado a las claras la entraña moral de esta gente

Aunque es sabido lo bien que marcha Venezuela, algunos datos ayudan a componer un fresco del país, hoy un Estado fallido. El año pasado el PIB cayó un 17% y la hiperinflación es de récord Guinness (500.000%). Según la OPEP, Venezuela, un país pródigo en dones naturales, alberga las mayores reservas probadas de petróleo del planeta. Pero el nivel de extracción actual supone solo un tercio del de hace veinte años. Los apagones son constantes, el combustible escasea y se registran enormes colas para repostar. Faltan alimentos (con el gran régimen bolivariano el peso medio de los venezolanos ha caído en diez kilos). Los fármacos muchas veces ni existen, llegando a darse el caso de pacientes que ingieren artículos veterinarios. La violencia está fuera de control: 26.616 asesinatos declarados el año pasado y cada día tres menores muertos. Además las ejecuciones extrajudiciales suponen un goteo constante (8.200 solo entre 2015 y 2017, según Amnistía Internacional). «Las fuerzas de seguridad matan a gente de manera injustificada y sin aparentes consecuencias», explica la ONU, que concluye que «el Estado de Derecho está virtualmente ausente». El último escándalo fue la ejecución de un concejal de la oposición lanzándolo desde una ventana de la cheka de los servicios secretos bolivarianos. La consecuencia de semejante catástrofe humanitaria es que 2,3 millones de personas han huido del país. El Banco Mundial acaba de informar de que se han exiliado en Colombia casi un millón de venezolanos.

Pero hay quien considera estos datos poco concluyentes. Íñigo Errejón, madrileño de 34 años, que debería estar fuera de la política por haber robado una beca, pasa por ser la mente templada de Podemos. Es alto, flaquito y con una cara blanquecina y aniñada, con expresión de no haber roto un plato. Ha concedido una entrevista a «The Clinic», un semanario político satírico chileno de corte liberal. Sus respuestas son una empanada conceptual comunistoide más bien ininteligible. Pero cuando le preguntan por el balance del régimen bolivariano se le entiende claramente: «El proceso político de Venezuela ha conseguido importantes avances en una transformación de sentido socialista e inequívocamente democrática, donde se respetan los derechos y libertades de la oposición». Pasmado, el entrevistador le pregunta por la miseria económica (hoy el 90% de los venezolanos son pobres): «Los venezolanos comen tres veces al día», responde Errejón, que también defiende unos quiméricos éxitos de la sanidad bolivariana. Si hay algún problemilla, lo achaca a una oposición retrógrada y a «poderes extranjeros y oligarquías que torpedean a los gobiernos que quieren hacer cambios sociales».

¿Por qué miente Errejón con tal desparpajo? ¿Es un iluso o un fanático? ¿Tendrá que ver con la mano amiga que financió el nacimiento de Podemos… o será simplemente que el bueno de Íñigo está un poco mal informado?

Un partido que apoya sin sonrojarse las tropelías de una de las dictaduras más torpes del mundo es simplemente lo que parece: un cáncer para España, que por cortesía del PSOE ya está empezando a corroer los pilares del pa