Alberto Ayala, EL CORREO, 4/9/11
Agarrotados por la crisis y con unas elecciones en puertas, los partidos evitan correr riesgos
Crisis y elecciones. La llegada de septiembre no ha variado el menú político. Al contrario. La discutible reforma exprés de la Constitución promovida por Zapatero y Rajoy, que el viernes recibió el plácet del Congreso, la primera de calado en las tres décadas de vigencia de la Carta Magna, no ha hecho sino confirmar la gravedad de la situación económica. Eso, y la impotencia de la clase política para dar con fórmulas que ayuden a encauzar una situación a la que se ha llegado en gran medida por sus errores, por acción u omisión.
Nada extraño, pues, que aún agarrotados por esa crisis que amenaza con acompañarnos durante largo tiempo y con las elecciones generales del 20 de noviembre a la vuelta de la esquina, los partidos vascos hayan comenzado a resituarse. Pero que intenten hacerlo sin correr excesivos riesgos.
La inquietud del PNV
Las municipales de mayo dinamitaron el mapa político. Se abrió paso uno nuevo con cuatro actores protagonistas, como siempre se pensó que ocurriría tarde o temprano: PNV, Bildu, PSE y PP. Las generales de noviembre, con sus evidentes especificidades -este tipo de comicios beneficia habitualmente a los partidos de ámbito estatal en detrimento de los nacionalistas-, servirán para confirmar o retocar esa fotografía, que tendrá su gran prueba de fuego en las autonómicas de 2012.
Existe especial inquietud en el PNV. Los jeltzales, que hasta ahora habían vivido y crecido en el confortable edificio del poder, perdieron primero Ajuria Enea y en mayo el resto, salvo Bizkaia. Durante tres décadas han sido el único grupo representativo del nacionalismo vasco en el Congreso. Más aún, hasta cuando han tenido menos diputados que el PSE han intentado erigirse como la única voz de Euskadi en Madrid.
Todo eso está por primera vez en juego el 20-N. Bildu aspira a sentar a un número importante de diputados en la Cámara Baja. A que en la carrera de San Jerónimo haya otra voz abertzale. Si es posible con grupo propio; si no, compartido con los independentistas catalanes de ERC. El sueño de la izquierda abertzale es ya la gran pesadilla de los peneuvistas: que la coalición que engloba a los herederos de Batasuna, más EA, Alternatiba y, previsiblemente, Aralar obtenga más diputados que el partido de Urkullu.
El EBB ya ha asomado su receta para intentar evitarlo. Ha colocado de nuevo sobre la mesa el derecho a decidir. Ha roto amarras con un Zapatero que ya no sirve a sus intereses. Al tiempo que mantiene la batalla sin tregua contra el Gobierno vasco de Patxi López. Como ariete, su único bastión institucional, el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, por más que hace dos años los peneuvistas renunciaran temporalmente a esa estrategia para no dañar la imagen de Bilbao. Hoy los jeltzales ya no tienen más ases a los que recurrir.
El desenlace de esta pugna dependerá del tirón electoral de los peneuvistas, pero también de hasta qué punto se mantiene el efecto Bildu. Es del todo previsible que el votante de la izquierda abertzale tradicional vuelva a acudir en bloque a las urnas. La duda estriba en qué harán los miles de electores que en mayo respaldaron por diversas razones a la coalición vistas actitudes y declaraciones como las del diputado general de Gipuzkoa, Martín Garitano, la ausencia de pasos adelante en el reconocimiento a todas las víctimas o de exigencia hacia ETA.
Distanciamiento controlado
En el otro eje, el PSE-PP, ambos actores empiezan a poner de manifiesto su decisión de acentuar ante la opinión pública sus diferencias ideológicas. Buscan mejorar sus perspectivas electorales. Y no parece que ello vaya a poner en riesgo, al menos a corto plazo, la supervivencia del Gobierno de López.
La propuesta fiscal planteada por el lehendakari en puertas de las vacaciones y el proyecto de Ley Municipal aprobado esta misma semana por el gabinete socialista, que arrebata poder a las diputaciones en beneficio de los ayuntamientos, han dejado entrever las primeras discrepancias importantes. El alcance del ‘tijeretazo’ que se verán obligadas a dar las distintas instituciones en los presupuestos del próximo año será otro motivo de fricción.
El lehendakari Patxi López y el líder de los populares vascos, Alfonso Basagoiti, abordaron este distanciamiento controlado en el desayuno de trabajo que celebraron el jueves en Ajuria Enea. La cita dejó claro que, de momento, el Gobierno socialista no tiene el apoyo de los conservadores para sacar adelante en el Parlamento vasco las cuentas de 2012. Podría tenerlo a cambio del respaldo del PSE a los presupuestos que alumbren los nuevos responsables populares de la Diputación de Álava y el Ayuntamiento de Vitoria. Es solo una posibilidad, ya que ninguno de los dos quiere cerrar a priori la puerta al PNV. Una aproximación que podría llegar a ser de interés común si fallan los sondeos y Rajoy no logra el 20-N la mayoría absoluta.
Alberto Ayala, EL CORREO, 4/9/11