Tenemos campaña

IGNACIO MARCO-GARDOQUI-El Correo

La onda expansiva del terremoto murciano se intensifica según pasan los días. Ayer le salpicó al propio Gobierno con la dimisión de su vicepresidente segundo. Pablo Iglesias es un político respetuoso. No solo tuvo el detalle de advertir al presidente de su marcha con diez minutos de antelación, sino que se tomó la molestia de remodelarle el Gabinete, designando sucesoras. A Pedro Sánchez le debió de parecer todo bien pues no dijo nada. También es una persona entusiasta y moderada. Por eso calificó a su contrincante Isabel Díaz Ayuso de extrema derecha. Supongo que Vox es la super-híper-extra-mega derecha, Gabilondo se queda en la derecha, sin más, y él ocupa el centro del tablero madrileño. Aunque no estoy seguro, pues calificó a la derecha de «criminal» y no creo que tan cariñoso calificativo fuese dirigido al bueno de Don Ángel, quien, disfrazado de Salvador Illa, es el único que no alza la voz, ni frunce el ceño amenazante. Luego serán otros los que crispen la campaña… ¿No tiene usted la sensación de que Pablo Iglesias está siempre enfadado y le riñe con ese ya clásico ceño fruncido?

La operación es de gran riesgo y solo se entiende ante el peligro de desaparecer de la Asamblea madrileña, lo que asestaría un golpe quizás definitivo a su maltrecha coalición. Aunque sea lo que pretende, no solo se medirá a Isabel Díaz Ayuso, a quien a este paso van a convertir en la reencarnación de Agustina de Aragón, una vez superada de largo a la donostiarra Catalina de Erauso, la Monja Alférez. También tendrá que zafarse con Gabilondo -que, no olvide, ganó las últimas elecciones- y con su enemigo/compañero Íñigo Errejón, a quien se adelantó ayer a ofrecerle una candidatura conjunta. ¿Con cuál de ellos de cabeza de lista y cuál de comparsa? Él presenta más imagen, fruto de su exvicepresidencia, pero Errejón aporta mejores resultados electorales y unas encuestas de futuro más optimistas.

¿Quién gana con este nuevo lío? Sin duda alguna, el Gobierno. Yolanda Díaz tiene la misma escora ideológica, pero es mucho mejor y tiene en su haber numerosos acuerdos con los agentes sociales. Y es imposible que Belarra lleve peor que él los asuntos sociales, por los que ha pasado sin romperlos ni mancharlos. También gana Ayuso, cuyos caladeros son diferentes y a quien le ha regalado el lema y le ha escrito el discurso: ‘Quien no quiera comunismo, que me vote’. Por su parte, pierden Gabilondo, que tendrá que estirarse mucho para sacar la cabeza, y Errejón, a quien le crece un adversario de entidad. ¿Y Ciudadanos? Pues ahí siguen, empeñados en que se suicide su propio cadáver. Con gran constancia y meritoria eficacia, por cierto.