La sentencia del TC dice que Cataluña no es una nación, pero sus habitantes pueden llamarla así, si les hace ilusión. O lo que es lo mismo: no es inconstitucional que digan ‘nación’ en el preámbulo del Estatuto, pero el término no tendrá eficacia jurídica. ¿Tenía o no tenía razón Zapatero? Si esto no es ser «discutida y discutible», ya me dirán.
Todavía hay quienes se regodean malsanamente en la hemeroteca recordando aquel día en que José Luis Rodríguez Zapatero, entonces jefe de la Oposición, hizo uno de los enunciados que, andando el tiempo, habrían de proporcionarle justa fama: “la Nación es un concepto discutido y discutible”.
Este mismo blogmaster, mea culpa, no estuvo entonces a la altura de las circunstancias y la sentencia prepresidencial le hizo recordar un chiste de Eugenio:
-Mamá, no quiero levantarme para ir al colegio.
-Tienes que ir, hijo mío, por tres razones: Ya es lunes, son las ocho de la mañana, tienes 37 años ¡y eres el director del colegio!
Debo confesar que inmediatamente corregí mi tendencia a la banalidad y busqué un referente de más altura. El político que aspiraba a ser presidente de una cosa que no sabía lo que era estaba más cerca quizá de San Manuel Bueno, mártir, el personaje de Unamuno, aquel cura párroco que se veía obligado a subir cada domingo al púlpito para predicar la palabra de Dios siendo ateo.
Pero el transcurso del tiempo siempre hace justicia a los que se adelantan al tiempo histórico de sus coetáneos. Miren, si no, la esperadísima sentencia del TC en el asunto que nos ocupa en este comentario: Cataluña no es una nación, pero sus habitantes pueden llamarla así, si les hace tanta ilusión. O lo que viene a ser lo mismo: no es inconstitucional que digan ‘nación’ en el preámbulo del Estatuto, pero el término no tendrá eficacia jurídica.
Los nacionalistas catalanes, encabezados por el president, se han autoconvocado a una manifestación bajo el lema: “Som una nació. Nosaltres decidim”. Volvamos ahora a las palabras del presidente Zapatero: ¿Tenía o no tenía razón este hombre? Si esto no es ser discutida y discutible, ya me dirán.
No es cierto que los nacionalistas catalanes, encabezados por el PSC estén en una posición maximalista. En realidad, ellos ya habían asumido que no son una nación de verdad en el preámbulo del Estatut que menos de la mitad de los catalanes votaron en referéndum, la mayor parte a favor. Lean, si no:
El Parlamento de Cataluña, recogiendo el sentimiento y la voluntad de la ciudadanía de Cataluña, ha definido, de forma ampliamente mayoritaria, a Cataluña como nación. [He aquí una prueba práctica de la utilidad de la perífrasis. No podían escribir sin faltar a la verdad que “la ciudadanía de Cataluña ha definido de forma ampliamente mayoritaria…”. Era necesario el circunloquio. Los ciudadanos catalanes no, pero sus representantes en el Parlamento, sí. Dirán, no sin razón, que la perífrasis lleva una afirmación implícita: que los parlamentarios catalanes no representan adecuadamente a sus votantes.]
La Constitución Española, en su artículo segundo, reconoce la realidad nacional de Cataluña como una nacionalidad. [La Constitución Española, en su artículo segundo no menciona a Cataluña y por lo tanto, no la reconoce explícitamente como nada. Ahora bien, si lo que se quiere es decir que lo hace de manera implícita, sin citarla, sería más propio escribir que “reconoce la irrealidad nacional de Cataluña como una nacionalidad o una región”, puesto que lo que dice el artículo segundo citado es: “La Constitución (…) reconoce y garantiza el derecho a la autonomíaa de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. En los puntos suspensivos viene algo que han olvidado en el camino: “se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”].
Todo este fárrago demuestra de forma evidente que no es una nación. La reivindicación es la prueba. Las verdaderas naciones no insisten en lo evidente, lo dan por hecho:
“La Nación española, deseando establecer la Justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de: …” (Constitución Española, Preámbulo).
Santiago González en su blog, 1/7/2010