TEODORO LEÓN GROSS-ABC
- Si Sánchez necesitase los votos del diablo, declararía el infierno como paraíso progresista
Ahí queda la última aportación sanchista: el buen terrorismo. Insuperable. Ni Trump. Así queda bendecido todo el golpe de 2017 contra el orden constitucional, incluyendo el asalto a infraestructuras estratégicas del Estado o las agresiones a la policía en las noches salvajes de la Vía Layetana. El PSOE asume que los CDR y Tsunami también contribuyeron a la convivencia (¡apreteu!) y que el Estado debe estar a su altura. Ya lo anticipaba su nueva portavoz en Ferraz, Esther Peña, en el peor estreno desde ‘El guerrero número 13’, al referirse a Puigdemont: «estamos para ensanchar la democracia y ésta es más completa si incorporamos a todos aquellos actores que tuvieron por una u otra circunstancia que salir en 2017». Ahora resulta que los golpistas prófugos son actores, y no escapaban de la ley sino que ‘salían’ de escena, pero no por sus gravísimos delitos sino «por una u otra circunstancia», como si en algún caso hubiera sido por aprender idiomas o por conocer Bélgica. A golpe de buenismo retórico, han comenzado a empoderar un golpismo socioafectivo, ‘flower power’, ‘clicktivista’ y ‘woke’. En definitiva, el terrorismo ‘friendly’, que no viola los derechos humanos, o la puntita nada más.
Es fascinante el espectáculo del PSOE enmendándose a la totalidad a sí mismo y reescribiendo la Historia y su propia desmemoria a la carta. Tal vez en otros se detectaría un cierto titubeo, una duda moral, un gesto incómodo… pero el sanchismo desprende el desahogo perfecto sin fisuras. Es su doctrina: la verdad no existe, sólo la realidad del mercadeo parlamentario. Ayer mismo Bolaños, que había excluido taxativamente el terrorismo como línea roja, presumía de cumplir su palabra incluyendo el terrorismo. No es que no se le cayera la cara de vergüenza, sino que mantenía una sonrisa perfecta de monaguillo virgen. También Óscar Puente había dicho que «el delito de terrorismo no puede ser amnistiable… es una línea roja». Así todos. Consumen líneas rojas como el Lobo de Wall Street consumía las líneas blancas de la farlopa delirante. Puro frenesí.
Al cabo, de 2017 sólo se perseguirá a los responsables del CNI y a las fuerzas policiales que trataron de impedir aquella fiesta de la democracia. Es la ventaja de pactar la definición de terrorismo con los terroristas, como pactar la amnistía con los delincuentes o la malversación con los corruptos. El resultado es siempre el mismo. Y también supone una ventaja saber que la red de sucursales mediáticas de Moncloa comprará ese ‘bullshit’ sin apenas una adversativa. Desde ahora, en España, ya rigen dos clases de terrorismo: un terror clásico que viola los derechos humanos y un terrorismo ‘friendly’ respetuoso que ensancha la democracia. Y antes o después le tocará a Txus, el amigo de Itziar Ituño, cuyo blanqueamiento final está ya descontado. Sánchez también necesita esos votos y ya ha demostrado que si necesitase los votos del diablo, declararía el infierno como paraíso progresista.