El juez de la Audiencia Nacional, Joaquín Gadea, ha decidido prorrogar la detención de Yassine Kanjaa, a quien acusa en su auto de los delitos de asesinato y lesiones con fines terroristas. La justicia ha venido a aclarar lo del presunto, que el Gobierno, desde su presidente hasta el ministro del Interior, mantenían en una cierta nebulosa.
Aquí siempre se ha practicado cierta ambigüedad calificativa. Después del atentado de Yassine Kanjaa en Algeciras, donde asesinó al sacristán Diego Valencia e hirió a otras cuatro personas, el presidente del Gobierno intervino para expresar sus: “más sinceras condolencias a los familiares del sacristán fallecido en el terrible ataque de Algeciras”. Fallecido, dijo el tío, dando la vuelta a los versos de Lorca en ‘Llanto por Ignacio Sánchez Mejías’: “¡Qué blando con las espigas!¡Qué duro con las espuelas!”, aunque Sánchez no sea ni un gran torero en la plaza, ni un gran serrano en la sierra. El presidente del Gobierno tiende a ser duro con las espigas y blando con las espuelas. Según en qué ocasiones blandea en los calificativos.
El 7 de junio de 2021, tiró de esa unidad básica de pensamiento que confunde el lenguaje de un responsable político con el de una aspirante a Miss España: “mis condolencias y cariño para la familia y amistades de la mujer asesinada en Madrid. Un nuevo crimen machista que nos llena de dolor y rabia. Basta ya”.
También el líder de la oposición se deslizó por el eufemismo calificativo al deslizar el siguiente comentario: “Mi pésame a la familia del sacristán fallecido y mis deseos de pronta recuperación a los heridos”.
Cuando el único terrorismo que se practicaba aquí era el etarra, los periodistas no necesitábamos esperar al comunicado reivindicativo de la banda para hacernos una idea bastante precisa de la autoría de aquel tiro en la nuca o coche bomba. Pero al parecer, las cosas se han vuelto muy complejas cuando más claras parecen. Eso no quiere decir que se pueda calificar de islamista un atentado en el que el autor formula la reivindicación en el mismo momento del crimen: “¡Alá es grande!”
El ministro Grande Marlasca alteró su agenda para acercarse a Algeciras a aclarar los hechos, aunque aclarar no aclaró nada: “Todas las hipótesis están abiertas”, dijo, incluyendo la posibilidad de un atentado terrorista y el acto aislado de una persona con enfermedad mental. El ministro rechazó que hubiese estado bajo vigilancia por radicalización. Solo tenía un expediente por inmigración ilegal. Orden de expulsión desde el pasado mes de junio. Pero en esto, ya digo, siempre hemos sido muy nuestros. Los ilegales están entre la Ley de Bases de Régimen Local que obliga a su empadronamiento y la Ley de Extranjería que obliga a su expulsión. Aquí, cuando se detenía a un ilegal se le daba una orden de expulsión que en realidad era una carta de residencia. El asesino de Algeciras entró ilegalmente en Gibraltar con una moto acuática el 2 de agosto de 2019. El día 5 fue llevado al juez y el 8 fue devuelto a Marruecos. España no ha pedido expulsarlo desde junio de 2022. La diferencia es que en Gibraltar no mató a nadie y aquí sí.