Editorial-El Correo

  • Los próximos Presupuestos habrán de incluir recortes de gastos o más subidas de impuestos para reducir el déficit hasta el 3%

El nuevo Gobierno ha comenzado la elaboración de los Presupuestos para el próximo año, que habrán de tener en cuenta la «muy difícil» situación fiscal del país en palabras de la Comisión Europea. El regreso a la UE de la disciplina contable, suspendida para hacer frente a las crisis por la pandemia y la guerra en Ucrania, obligará a reducir sin demora el déficit para situarlo por debajo del 3%; una barrera que, si no se aprieta el cinturón, España superará los dos próximos ejercicios, según Bruselas, en contra de las optimistas estimaciones del Ministerio de Economía. Además, el descenso de la deuda pública hasta el 60% del PIB, cuando ronda el 110%, exigirá una «estrategia creíble» a medio plazo, como reclama el Ejecutivo comunitario, en la que lamentablemente nada se ha avanzado aun cuando su necesidad es palmaria hace tiempo.

Todo esto se resume en ajustes inaplazables tras un prolongado periodo de barra libre en el gasto que toca a su fin. Para cumplir las reglas fiscales, el déficit tendrá que ser recortado en al menos 11.000 millones de euros en 2024 en forma de un tijeretazo al gasto por esa cuantía, subidas de impuestos o la combinación de ambas medidas. La eliminación de las ayudas para combatir la inflación sería suficiente, según los planes iniciales del Gobierno. Pero la anunciada prórroga en la rebaja del IVA a los alimentos básicos -lo que hace sospechar que sus precios seguirán sin dar tregua- y en algunos descuentos en el transporte habrá de ser compensada con ahorros o ingresos adicionales para cuadrar las cuentas. Sus cálculos se basan, además, en un crecimiento de la economía del 2% que Bruselas deja en el 1,7%, lo que podría elevar el desfase presupuestario y, por tanto, el esfuerzo preciso para corregirlo. Por otro lado, reducir la gigantesca e insostenible deuda del Estado hasta niveles manejables requerirá un esfuerzo sostenido y un plan realista para desarrollarlo cuyo diseño han eludido los últimos ejecutivos, reacios a lanzar mensajes impopulares, pero que no puede esperar mucho más.

La UE prepara una reforma de sus reglas fiscales. Sea cual sea su resultado, vienen tiempos de contención que el Gobierno habrá de compaginar con su ambiciosa agenda social. Se trata no de aplicar recortes, sino de una rigurosa gestión de unos limitados recursos públicos que dote de estabilidad a la economía y le permita dar respuesta a futuras crisis. Todo un desafío para el Ejecutivo de coalición.