Santiago González-El Mundo
ALGUNAS personas, al llegar a cierta edad, encuentran cierto placer en la rectificación, en la creencia de que son menos significativos los errores que sus correcciones. Me acabo de apuntar a ese club, después de comprobar que un habitual de esta sección, en el apartado de rebuznos, se ha estrenado por una vez y sin que sirva de precedentes, en los trinos.
Pongamos que hablo de Rufián, que ha conseguido en Twitter 580.494 seguidores, pulverizando la hazaña de Forrest Gump y trazando una radiografía intelectual de España pavorosa. Y nuestro ‘Rufi’ soltó un trino, afinado, pertinente, a la altura del segundo tiempo del Clásico: «Que alguien le diga al árbitro que el Barça ya ha ganado la Liga». Recordemos que el colegiado canario había ignorado una entrada de Bale a Umtiti que merecía expulsión, pero en la segunda parte compensó generosamente a los locales: Ignoró la falta de Suárez a Varane que dio origen al segundo gol del Barça, mientras el cuarto árbitro le decía: «falta de Suárez, falta de Suárez» y se comió el penalti de Jordi Alba a Marcelo.
Margarita Robles, además de ser corregida por Pedro Sánchez tras apoyar a Catalá contra el juez del voto particular, ha sido trentding topic en Twitter por su posición en este asunto expresada por un roznido algo desmemoriado: «No es aceptable en ningún caso que se pueda utilizar un voto particular para ofender a la víctima del delito».
Otra que no se ha leído el voto particular. Sus detractores han recordado que Margarita Robles era secretaria de Estado de Justicia, la ‘número dos’ de Belloch, durante la tramitación del Código Penal del 95, en el que se eliminaron los términos de ‘estupro’ y ‘violación’, que fueron sustituidos por ‘abuso’ y ‘agresión sexual’. Protestó el diputado del PP, Antonio Pillado, porque dejara de llamarse a las cosas por su nombre y por la rebaja de las penas: “la violación ya no se va a llamar violación ni el estupro, estupro”, El diputado del PSC, Pere Jover, seis legislaturas, polemizó con él: «¿Vale más lo que usted llama honestidad que la vida?» Quizá no sea burricie, sino simple falta de memoria