Una de las características de la política española es la renuencia de los poderes públicos al cumplimiento de la ley, preferentemente los socios del Gobierno y, consecuentemente, el presidente del Ejecutivo, que se siente obligado a acatar sus deseos a cambio de sus votos.
Es cosa sabida que la Generalidad ha incumplido con gran perseverancia la sentencia que obliga a impartir un 25% del tiempo escolar a la enseñanza en castellano. A los visitantes no les cabe tal cosa en la cabeza: «Si el presidente de mi país pusiera en duda una sentencia judicial, dejaría de ser presidente. Si la sentencia dice algo, debe cumplirse».
En Cataluña han venido a coincidir lo útil y lo agradable. La visita de una misión del Parlamento Europeo para examinar la inmersión lingüística en la enseñanza o lo que haga las veces de tal en Cataluña, ha venido a producirse justo cuando la comunidad estaba aún lamiéndose las heridas por los resultados del informe PISA. La autonomía catalana ha sufrido la pérdida del equivalente a dos cursos en Lectura y en Matemáticas han bajado al nivel de Extremadura.
El informe coloca como Comunidad más destacada de España en Lectura, Matemáticas y Ciencias a Castilla y León. Qué momento tan oportuno para recordar los tiempos en los que Marta Ferrusola (Això es una dona) recordaba las quejas de sus retoños cuando eran todavía cabritillos: “Mis hijos no podían jugar en el parque cuando eran pequeños. Me decían, madre, todos son castellanos”. Quizá fuera porque no podían entenderles.
El secretario de Políticas Educativas de la Generalidad, Ignasi Garcia Plata achacó el fiasco escolar a la sobrerrepresentación que en la muestra de la encuesta tenía el alumnado inmigrante, que en 2012 suponía un 14% y en el último informe, el 24%. Rectificaron en menos de 24 horas, la consejera de Educación, Anna Simó, que es de ERC, desechó la idea de que la muestra presentara una carga inmigrante y achacó los resultados a la pobreza infantil.
Habrá que estar atentos a las conclusiones que la comisión del Europarlamento extraiga de su viaje a Cataluña aunque algunas primeras ideas ya se pueden extraer de una primer examen del problema con la mirada limpia de prejuicios. La concepción de la lengua como una seña de identidad por delante de lo que todas las lenguas son por encima de todas las cosas, herramientas de comunicación, es un primer obstáculo considerable en la enseñanza, principalmente para los alumnos cuya lengua materna no es el catalán y a los que el sistema obliga a tener como lengua de aprendizaje aquella en la que tienen menos competencia. Esto en primer lugar, pero hay una segunda consecuencia grave: que el desencuentro de los alumnos con la lengua en que les obligan a estudiar genera una desafección de los escolares con el catalán y por extensión, con el sistema educativo. El sentimiento de pertenencia la escuela es notablemente inferior al que tienen los alumnos que se educan en su lengua materna. Los seis visitantes han acusado el sentido testimonio de Javier Pulido, el padre de la niña de Canet cuando les contó entre lágrimas el calvario que han venido sufriendo en su familia en los dos años que llevan padeciendo este sinsentido.