JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 13/11/15
· Espero que hayamos aprendido las lecciones. La primera: que esta farsa aún no ha acabado.
El Parlamento catalán aprobó el lunes una resolución independentista, suspendida 36 horas después por el Tribunal Constitucional y bloqueada ayer por el propio Parlament, incapaz de elegir un president que llevase Cataluña a la independencia. Sin que Rajoy tuviese que tomar las medidas de choque de que disponía contra los secesionistas, sino por no ponerse de acuerdo entre ellos. Ni el mejor autor de comedias de enredo ha sido capaz de imaginar una farsa tan descabellada. Mas se han pegado un tiro, no en el pie, sino en la cabeza, víctima de su ambición o estupidez, de ambas formas puede calificarse. Dice que continuará burlando al TC.
A quien tiene que burlar es a sus compañeros de viaje, ante los que sólo le ha faltado arrodillarse en busca de apoyo. Su proyecto queda congelado de momento, sin mucho futuro, pues en política, peor que un crimen es el ridículo y, aún peor, equivocarse, como dijo Talleyrand, que entendía de ella. Y Mas se ha equivocado en todo: en creer que Rajoy seguiría sin hacer nada concreto, en que encontraría más apoyo en la oposición española y en que recibiría más respaldo internacional. Dice que continuará su marcha, pero su única esperanza es que del 20-D salga un nuevo Gobierno español que atienda sus demandas, cosa difícil porque significaría el suicidio político de Sánchez o Rivera y las posibilidades de Iglesias y Garzón son prácticamente nulas.
El golpe de Estado incruento nacionalista ha sido así desactivado por sus propios perpetradores. Si ahora buscan en el bloqueo un puente de plata para escapar de sus errores está por ver. Sólo está claro que Rajoy tenía razón al decir que no habría secesión de Cataluña. Ni necesidad de pagar por ello. Ni de tomar medidas extraordinarias. Con cumplir la ley y hacerla cumplir basta.
Falta saber en qué acabará este lío. El proyecto independentista está suspendido pero no anulado, y aunque se da por seguro que el TC lo anulará, queda la duda de si los secesionistas eligen el martirio, de lo que no tienen mucha madera, o si, pasado el peligro, el bloque constitucional vuelve a romperse y cada uno ve de nuevo al otro como su mayor enemigo, en vez de atender al bien común.
En cualquier caso, el secesionismo catalán ha sufrido un tremendo golpe. No de España, que ha tenido con él demasiadas complacencias y sólo al final ha sido firme, sino por su endeblez interna. Hay en él mucha más pasión que razón, más pompa que sustancia, más mentiras que verdades, más deseos que realidades. Las mejores mentes catalanas, desde Pla a Boadella, pasando por tantos otros, se lo habían advertido. Pero los catalanes han preferido siempre escuchar a sus falsos profetas. ¡Claro que les contaban cosas tan hermosas! Aparte de que desde Madrid no se supo dar la respuesta adecuada, aunque esa es otra historia. ¿O es la de siempre, el cainismo español?
En cualquier caso, espero que todos hayamos aprendido la lección. Las lecciones, mejor dicho. La primera de ellas: que esta farsa aún no ha acabado.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 13/11/15