SANTIAGO GONZÁLEZ-EL MUNDO
Hoy era el día o por mejor decir la noche de la hora mágica en que la carroza se vuelve calabaza, el doctor Sánchez había debido recibir la confianza del Congreso en el caso de que el Rey le hubiese encomendado la tarea de la investidura. No hubo tal y por eso Felipe VI firmará hoy la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones. Esta no es, al parecer, una circunstancia que afecte al candidato socialista, que emprendió ayer viaje a Nueva York para participar en la Asamblea de la ONU y en una cumbre del clima. Con su ‘Bego’, claro, que los horarios del Instituto de Empresa aprietan, pero no ahogan.
La huida en un momento clave, ahí está el truco, en poner tierra por medio. Zapatero ya lo hizo con bastante maña, cuando tras los incendios de Guadalajara en 2005 partió en viaje oficial a China y dejó encargada a su vicepresidenta Teresa Fernández de la Vega (que era como Carmen Calvo, pero con algunas luces más) la tarea de ser su doble de luces e ir a dar la cara ante los afectados.
O sea, que el doctor Fraude ha realizado con esta marcha a Nueva York su primer gran acto de campaña internacional, donde aprovechará para hacerse el selfie con ese modelo de absentismo escolar que es Greta Thunberg. Si Iván Redondo no estuviera tan evidentemente sobrevalorado como spin doctor le habría aconsejado hacerse la foto con Carlota Casiraghi en Segovia, donde presentaba un libro de filosofía y ya, de paso, haberse llevado al presidente del Senado para perfeccionar su arte plagiario. Tampoco cabe descartar del todo que el doctor Sánchez haya confundido la asesoría y en lugar de un spin doctor haya contratado a un chamán como Marta Luisa de Noruega, que por lo menos es negro auténtico, no como Justin Trudeau.
Abría ayer este periódico con un titular notable: «El bloqueo político ha costado ya 200.000 empleos a España». Haría falta saber cuántos puestos de trabajo habría costado un Gobierno de coalición entre el PSOE y Podemos o incluso un Gobierno de Sánchez en solitario si hubiera podido superar la disfuncionalidad. Es decir, cuando el doctor hubiera podido aplicar su programa sin complejos.
Aún le queda lo mejor: el desalojo de los restos de Franco del Valle de los Caídos si el Supremo lo autoriza y no exige que se atiendan los deseos de la familia de volver a inhumarlos en La Almudena, donde les quedarían mucho más a mano a sus devotos.
Los antifranquistas sobrevenidos son así. El cineasta Amenábar se confiesa «parte de una generación a la que se le ha ocultado la Guerra Civil». Qué gran ministro de Cultura para el sanchismo, qué ignorancia tan desacomplejada de los hechos. Juan Pablo Fusi afirmaba en entrevista en ABC que en los 20 años que siguieron a la muerte de Franco se habían editado en España 16.000 libros sobre la Guerra Civil y la dictadura franquista. TVE encargó a Manuel Tuñón de Lara una serie de treinta y tantos capítulos, amén de comprar otra a la BBC. En 1986, al cumplirse medio siglo de la Guerra Civil, se crearon editoriales específicas, se publicaron facsímiles de los periódicos que se editaron en la zona roja y en la franquista. No hay muchos ministros de Sánchez que puedan mejorar eso.