EDMUNDO BAL-El Confidencial

  • Hablaba Sánchez de la España “que nos merecemos”: estoy convencido de que ese país no es el que se dibuja con los apoyos parlamentarios de los Presupuestos, sino todo lo contrario
Casi 300 personas perdieron la vida el pasado viernes en toda España a causa de la pandemia del covid-19 y hoy conoceremos los datos de otro fin de semana a buen seguro fatídico. A medida que avanza la segunda ola y las semanas se suceden, cifras similares a esta se normalizan y se dan por descontadas en el plano político. En este ámbito, es fácil comprobar cómo cuando estalló la crisis sanitaria, no solo eran frecuentes y compartidas las llamadas a la unidad, sino en varias ocasiones, incluso, correspondidas. Hoy, sin embargo, una amplia parte de la sociedad española constata con hastío cómo la mayoría de sus representantes públicos avanzan en sus agendas partidistas al margen de una tragedia como la actual.

Si hace apenas dos años, cuando ocupaba un puesto de alta responsabilidad en la Abogacía General del Estado, alguien me hubiera dicho que tendría el honor de ser diputado nacional, habría manifestado gran incredulidad, pero lo que resultaba del todo imposible imaginar era servir a los españoles desde el parlamento en plena pandemia. Hoy, estoy orgulloso de hacerlo dentro de un proyecto que decidió desde el primer día que la clase política no podía permanecer impasible al drama de la sociedad española, ni ajeno a la excepcionalidad del momento, porque no hay batalla partidista que justifique seguir levantando trincheras cuando mueren y se arruinan nuestros compatriotas.

Como nosotros sí cumplimos nuestra palabra, a diferencia del presidente del Gobierno, que ha quebrantado su promesa hecha a millones de españoles sobre no pactar con los herederos políticos del terror, en Ciudadanos hemos asumido la responsabilidad que comporta cada escaño que los españoles nos otorgan. Quizás porque somos un partido de Gobierno, conocemos la importancia de hacer oposición de manera leal a nuestro país y por eso no hemos elegido lo fácil ni lo cómodo, pero sí lo más útil para todos los españoles, especialmente para los que constatan cómo este Gobierno ha vuelto a elegir la radicalidad en el momento en que España necesitaba más moderación y sentido de Estado.

La labor de Ciudadanos ha frenado numerosas barbaridades económicas, seña de identidad de Podemos, en estos Presupuestos con solo ahorrarles a los españoles la enésima enmienda a la totalidad: ni más impuestos a la educación concertada y especial, ni a una academia de inglés o al dentista de los hijos, ni más IRPF a rentas de 60.000 €, ni subida del diésel. El Partido Socialista ha votado por primera vez en favor de una Tarjeta Sanitaria Única que solo cuenta con el rechazo de los nacionalistas. Mientras otros asumían la oposición como cuatro años sabáticos en el Congreso, nosotros hemos logrado alejar las cuentas del programa soñado de Podemos. Pero si hay un servicio a los españoles del que me siento orgulloso es que la labor de Cs haya conseguido alumbrar esa alternativa moderada y a la vez el desdén que Pedro Sánchez ha mostrado hacia ella, quedándose sin excusas para no tomar la mano tendida de la sensatez y dejar el futuro de España en manos de Bildu y ERC.

Mientras otros asumían la oposición como cuatro años sabáticos, nosotros hemos alejado las cuentas del programa soñado de Podemos

A esa mayoría de españoles que consideran que la moderación no solo tiene cabida, sino que es necesaria en nuestro país, quiero dirigirme. Toda España ha visto cómo, ante una decisión de calado para nuestro futuro, la parte radical del Gobierno de coalición ha arrastrado al Partido Socialista a la legitimación de Bildu como socio moralmente aceptable y a la asunción de que el partido liderado por un condenado por sedición como Junqueras es un interlocutor válido para una democracia que ha intentado recientemente liquidar. Algunos en la oposición parecen contentos con la elección de Sánchez, pero qué duda cabe de que si Pablo Iglesias gana una partida de la mano del separatismo, entonces pierde el sentido común. Sé que hay muchos compatriotas socialistas que así lo sienten y comparten la indignación de cualquier demócrata cuando se excluye al español de una ley de educación nacional o las náuseas que provoca ver a toda una hornada de dirigentes pretendidamente progresistas blanquear el nombre de un partido cuyo presidente lideraba también la inmoral Batasuna.

Felipe González, a quien dediqué en este periódico unas palabras, forma parte de esa generación de líderes socialistas inflexibles en la defensa del orden constitucional a quienes la actual portavoz socialista Adriana Lastra manda callar alegremente por cuestionar algo que Ciudadanos ha denunciado y que reprueban millones de españoles. El expresidente ha declarado una orfandad política que estoy seguro comparten muchos ciudadanos. Otros socialistas como Nicolás Redondo Terreros, a través de ‘La España que reúne‘, también han censurado la inclinación por la radicalidad de Pedro Sánchez y alabado el intento de Ciudadanos de evitarlo, para que nadie pueda decir que están condenados a tejer alianzas con quienes quieren romper España: éticamente inaceptables, aritméticamente innecesarios.

Todas esas personas ponen de manifiesto que, efectivamente, hay muchos compatriotas socialistas huérfanos con la elección de Sánchez y el camino emprendido de la mano de ERC y Bildu. A todas esas personas que han visto defraudadas, nada menos que en medio de una crisis nacional sin precedentes, premisas tan básicas como no entregarse al separatismo y que sienten también decepción ante una oposición que no se ha arremangado a trabajar, quiero decirles que hay un partido sensato dispuesto a defender la España en la que creen. Hablaba el sábado Pedro Sánchez de la España “que nos merecemos”: estoy convencido de que ese país no es el que se dibuja con los apoyos parlamentarios de estos Presupuestos, sino todo lo contrario. La España que necesitamos se parece mucho más a esa mayoría moderada cuya existencia hacen posible la generosidad y la altura de miras de quienes hemos hecho lo correcto. Y como estamos seguros de que España lo merece, estamos obligados a intentarlo.

*Edmundo Bal, portavoz adjunto de Ciudadanos en el Congreso.