Todo en familia

Santiago González-El Mundo

 

Las familias del PSC, los Maragall y Raventós, eran muy buenas familias, burguesas y de buen corazón. Como dijo Pasqual Maragall tras la muerte de Joan Raventós, un socialista catalán relevante durante la Transición, era socialista por sus convicciones. Por su buen corazón, quería decir, no porque lo necesitara. Pero tampoco se deben sacar conclusiones equivocadas. Ernest Maragall, el hermano que ha acabado en ERC, hizo una afirmación clave: «Este país será siempre nuestro».

Es cosa de la familia. Al oír el rebuzno destemplado de Maragall, pensé: «Cosas de la edad», y luego recordé una entrevista que la difunta Interviú publicó en el verano de 1977 con Pilar Franco, hermana que fue del dictador de todas las Españas. Era una anciana simpática y dicharachera, con una idea schumpeteriana del capitalismo: no conoció las dificultades porque amigos suyos creaban empresas para que ella les llevase la representación. Y luego, en el más puro estilo maragalliano añoraba la Galicia que ella conoció de niña: «Con lo bonito que era antes Puentedeume, cuando nos lo repartíamos entre siete u ocho familias».

La invocación de la familia goza de una tradición muy asentada en Cataluña, con una lectura alternativa al famoso lema del padre Peyton que se hizo con fama universal: «Familia que reza unida permanece unida». Eso con una actividad como el rezo, que no requiere otros sustentos que la palabra y la fe. Cuánto más no estarían unidas por el vínculo de los hechos, de las obras. La fe sin obras es una fe muerta, ya se sabe. La Familia Sagrada de Gaudí es el templo más notable de Cataluña, pero familia sagrada, lo que se dice sagrada, es la de los Pujol-Ferrusola, unidos por los hechos hasta los tribunales de Justicia. En el caso de la fratría Pujol-Ferrusola debe tomarse el concepto de familia en un sentido amplio. Cuando el padre y fundador, Pujol i Soley, tuvo que ir a declarar ante un juez, la familia se amplió a esa pareja ridícula que forman Rull y Turull, que formaban el acompañamiento, junto a Lluís Corominas, ex presidente del Grupo Parlamentario Junts pel Sí y pel 3 per cent. Cuando tuvieron que declarar els nens, allí estaban estos tres hermanos postizos, fieles a la causa como si fueran uno solo. Qué grande Boadella cuando retrató a los niños Pujol en Ubú president arrastrando male- tas llenas de dinero público por el escenario.

Torrent, el del Parlament, también invocaba a la familia: «Ahora que estamos en familia, digámoslo claro: van a llover hostias», pronosticaba antes de la insurgencia. ¿Familia que se forra unida permanece unida? No lo descartemos, donde no hay familia es en el constitucionalismo. El PP y Ciudadanos están enzarzados en una batalla mayor que ha tenido como episodio más lamentable la negativa naranja a ceder un parlamentario para que el PP pueda formar grupo. Ciudadanos sostiene que si los populares quieren más dinero que hubieran sacado más votos, y en eso tienen razón. «Han sacado sólo cuatro, pobrecitos», dijo la dulce Inés con su cucharada de acíbar. No han reparado en que el grupo del PP haría más fuerte a la oposición constitucional. O sí, pero no están en eso.