IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

  • Resulta incomprensible que no hayamos aprovechado para eliminar duplicidades e inutilidades

Me resulta muy complicado juzgar los Presupuestos presentados ayer por el Gobierno vasco. No me refiero a su estructura interna, sino a su oportunidad, a su adecuación a los tiempos y a los problemas que vamos a vivir durante su aplicación en 2022. Me explico. Los Presupuestos son, diríamos, ‘normales’ para la normalidad por la que deambulábamos hace unos meses, una vez reducida la agresividad de la pandemia. Son expansivos, con el mayor nivel histórico de gastos. Contemplan una gran inversión pública para estimular la demanda. Plantean una previsión optimista de ingresos, motivada por la confianza de un crecimiento económico potente, un defecto general en todas las latitudes y en todos los momentos. Mantienen un gasto social generoso, para paliar los desastres derivados de la pandemia, que se resiste a desaparecer. Y aprovechan el relajo de la cuentas públicas, admitido en Europa, para aumentar el endeudamiento. Como ve, todo normal, todo habitual y todo esperable. Únicamente no me gusta el crecimiento del coste del empleo público, que se consolida como gasto estructural para el futuro y que se compone de un mayor número de funcionarios, de las subidas habituales de salarios y de los famosos ‘deslizamientos’. Ya verá, entre lo que baja la población activa y lo que sube el empleo público, vamos a terminar trabajando todos para el Gobierno. ¡Qué felicidad!

Pero el peso de la industria en Euskadi es muy elevado. Y con características propias de cada sector, pero con un carácter muy general, ha entrado en los últimos meses en un proceso virulento de subida de costes que arruina los márgenes y que, de manera inevitable, va a condicionar sus producciones y afectar a su nivel de empleo. Ese va a ser el escenario de los próximos meses, pues no debemos esperar cambios bruscos ni rápidos en ninguna de las causas de los problemas que vienen y que, muchos de ellos, ya están aquí. De momento, el alza de precios industriales en septiembre ha sido del 5,2%, con un interanual del 23,6%, y aún falta mucho para alcanzar la cúspide.

En ese escenario, ¿deberían ser distintos los Presupuestos del Gobierno vasco? No lo sé. Me sigue pareciendo incomprensible que no hayamos ‘aprovechado’ los terribles efectos de la pandemia para hacer una mínima revisión de los gastos. Es cierto que los gastos sociales ‘inevitables’ ocupan un porcentaje elevado de los Presupuestos. Pero hay al menos una parte no despreciable de ellos que deberían ser revisados, eliminando duplicidades e inutilidades. Aunque solo fuera para dar ejemplo y para demostrar que la Administración gasta con la misma eficacia que lo hacen los privados. De tal manera que podamos dedicar la máxima cantidad de dinero a preparar a nuestra gente y a nuestras empresas para la difícil situación que se avecina.