Todo es bueno para el convento

EL MUNDO 09/09/15
VICTORIA PREGO

Cataluña. Todo será Cataluña hasta el 27 de septiembre y mucho tiempo después de ese día. España entera está asomada a Cataluña y los dirigentes políticos y quienes ocupan la cúspide de todas las instituciones del Estado sienten la necesidad de que sus palabras vayan dirigidas a ese único asunto, el que tiñe las conversaciones de la calle y los enfoques de las noticias de los medios de comunicación. Ayer hablaron el presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, la fiscal general del Estado, Consuelo Madrigal, y el ministro de Defensa, Pedro Morenés. Pero lo que ha levantado una ola de indignación y escándalo, además de la consabida mención a las «amenazas» y al «amedrentamiento» por parte del Gobierno a la población catalana, han sido las palabras del ministro.

Hay que decir de entrada que todo lo que diga un mando militar sobre cualquier asunto no meramente técnico es recibido en España con una desconfianza que raya en lo patológico. El fantasma del golpismo pervive en la conciencia de muchos españoles con una intensidad que no se corresponde de ninguna manera con el actual perfil de los miembros de las Fuerzas Armadas de nuestro país, que son tratados, con una miopía y una torpeza asombrosas, como una amenaza potencial permanente.

De los efectos de esa misma derivada participa inexorablemente todo ministro español de Defensa, que debería medir sus palabras hasta la obsesión porque está obligado a saber que cada vez que abra la boca habrá una multitud de ciudadanos, sobre todo de políticos en período electoral, que le adjudicarán las más siniestras intenciones.

Ocurre que a Pedro Morenés le preguntaron sobre si el Ejército intervendría en caso de una hipotética declaración de independencia de Cataluña, pregunta que incluye una evidente carga explosiva aún antes de ser respondida. Y a Morenés no se le ocurre otra cosa que terminar su exhortación a que cada uno cumpla con su deber con la ocurrencia de añadir que, si eso es así, «no hará falta ningún tipo de actuación como la que usted está planteando».

Ha sido imprudente Morenés introduciendo esa coda porque él sabe que todo, absolutamente todo, sirve ahora mismo para la confrontación política. Pero también es verdad que el ministro de Defensa no puede ignorar en público lo que la Constitución encomienda, como muchas otras constituciones de países democráticos, a las Fuerza Armadas: «Garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional», pero actuando siempre a las órdenes del Gobierno. Esto también lo dice la Constitución.

Era innecesario, por tanto, ese añadido de Morenés, que la vicepresidenta Sáenz de Santamaría se ha encargado rápidamente de precisar: no existe ninguna perspectiva, ninguna previsión y ninguna intención de encarar un escenario así. Eso lo saben sobradamente los que han puesto el grito en el cielo, pero como todo es bueno pa’l convento, no han desaprovechado la oportunidad que les ofrecía el ministro. De lo que se deduce que, en tiempos políticamente delicados, un ministro de Defensa de España lo mejor que puede hacer es no conceder entrevistas.