A no ser que vaya a contradecir a Zapatero, el PSE tendrá que apoyar las cuentas del Gobierno vasco. Para Ibarretxe, miel sobre hojuelas. Podrá presentar las cuentas que mejor le parezcan. Más ayudas a las familias de los presos, más promoción publicitaria sobre nuevas consultas, más ayudas a la promoción del euskera. Lo que quiera. Esto es lo que tenemos.
T oda la oposición, salvo el PNV y BNG, ha calificado los Presupuestos del Gobierno socialista de «falsos» y «caducos» y eso revela la imagen de soledad parlamentaria con que afronta el presidente Zapatero la situación más difícil desde que presumió de la fortaleza de nuestra economía. No son los Presupuestos adaptados a la situación. Lo decían ayer todos menos dos. Sencillamente porque el Ejecutivo los elaboró cuando aún se resistía a reconocer la crisis. Pero lo más revelador del carácter de trueque de esta situación es que hayan sido los dos partidos nacionalistas de Galicia y Euskadi los que vayan a sacar del apuro al Gobierno socialista a cambio, eso sí, de unas suculentas contrapartidas.
Es la cuarta vez que el PNV acude en ayuda de Zapatero, pero no quiere dejar ningún cabo suelto y, por eso, exigió que los detalles figurasen por escrito, aunque el texto no haya tenido luz y taquígrafos. Cuando el PNV pactó con el Ejecutivo de Aznar el acuerdo de legislatura, en 1996, presentó al PP una propuesta convenientemente detallada en una extensa documentación. Sin embargo el capítulo dedicado a la lucha contra el terrorismo aparecía en blanco. Lo que ocurrió después es lo que todo el mundo conoce: que el espacio en blanco se rellenó, año y medio más tarde, con el Pacto de Lizarra. Aquel acuerdo excluyente que terminó por expulsar del paraíso del consenso a los partidos constitucionalistas. Por eso, precisamente, porque el PNV conoce las posibilidades que da un folio en blanco y los brotes de desmemoria que provocan las palabras que se las lleva el viento, exigió que las contrapartidas quedaran estampadas negro sobre blanco. Los más de 126 millones de euros para atender las jubilaciones de los ertzainas a los sesenta, la transferencia de investigación científica, el desarrollo del Puerto de Pasajes y la posibilidad de que la comunidad autónoma pueda adjudicar, en un futuro, parte de la nueva banda de frecuencia de telefonía móvil.
Urkullu ponía ayer especial acento al carácter del traspaso en I+D+I por tratarse de una competencia «exclusiva y total», que es lo que nos da ese tono diferencial. Pero la contrapartida más golosa la saboreaba el presidente del PNV, consciente de que ese voto favorable de su partido a los presupuestos del presidente Zapatero es un favor debido que se cobrará en el Parlamento vasco y en las tres diputaciones forales cuando tengan que aprobar sus presupuestos. No es una invención. Fue una ocurrencia de Zapatero cuando se comprometió a no hacer oposición y no enmendar los presupuestos en ninguna institución, ayuntamiento (¿el de Castellón y Madrid incluidos?) o comunidad autónoma.
Para Ibarretxe, miel sobre hojuelas. Podrá presentar las cuentas que mejor le parezcan. Más ayudas a las familias de los presos, más promoción publicitaria sobre nuevas consultas, más ayudas a la promoción del euskera. Lo que quiera. Y los socialistas vascos, a no ser que vayan a contradecir la palabra de Zapatero, tendrán que apoyar las cuentas del Gobierno vasco. Esto es lo que tenemos.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 22/10/2008