Juan Carlos Girauta-ABC
- Los bulos que difunden sobre ella son más pungentes que los usados contra Aguirre
No pueden con ella, y bien que lo intentan sin reparar en medios. Ni en ridículos: la última canallada que le atribuyen es levantar un hospital para pandemias. Siendo propio de la izquierda -y más de la nuestra- recurrir a lo sucio y a lo sucísimo, Ayuso viene sufriendo una campaña que persigue su asesinato civil. Una peor que las dirigidas contra su antecesora Esperanza Aguirre. En ambos casos, un pringoso machismo ha espesado la bilis del progrerío, que ya venía buena. Porque si una mujer no es de izquierdas, no es mujer para el feminismo de cuarta ola.
Y aquí es obligado detenerse, pues el que no entienda esto quedará inerme, será moralmente triturado y políticamente ingerido. Del mismo
modo que gran parte de los activistas de Black Lives Matter son blancos que apedrean y patean a negros ligeramente discrepantes, es mujer aquella persona que afirme serlo, que tome partido por la izquierda, y que no venga con matices. Así, la señora J. K. Rowling no es mujer en el sentido profundo que le da el feminismo, no merece su apoyo sino su animadversión. Se la puede y debe vejar, humillar, ultrajar y «cancelar». Imagínense a Ayuso.
La creadora de Harry Potter es de izquierdas en la acepción convencional del término. Se ha manifestado encantada de pagar al fisco casi sesenta millones de euros por sus ingresos del año pasado. ¿Es feminista? Habiendo sufrido el acoso de un marido alcohólico contra el que tuvo que pelear una orden de alejamiento, ella creía que sí. Pero Rowling tiene un problema: no cree que el sexo sea una construcción cultural, y encima lo dice. Tampoco está de acuerdo con que llamen «personas que menstrúan» a las mujeres. Qué puntillosa.
Rige un neopuritanismo chalado. Si a las feministas de las olas anteriores -empezando por la única feminista declarada que hubo aquí en su día, Falcón- las arrojan al infierno y las gentes de progreso gozan entregándose a su cancelación, con Ayuso se sienten autorizados a aplicar cualquier correctivo, sin excepción. Los bulos que difunden sobre ella son más pungentes que los usados contra Aguirre. Hoy todo es más dañino porque la izquierda sabe que lucha para instaurar su ideología como la propia del Estado. La cúpula del PP asume el lenguaje de la cuarta ola porque no se entera. Pero Ayuso sí.
En el liliputiense show business patrio, y en ese submundo de sobreentendidos que llamamos medios progres, difundieron patrañas sin cuento sobre Aguirre para presentarla ¡como una ignorante! Era demasiado difícil y fracasaron. Con mayor crudeza buscan hoy la aniquilación de Isabel Díaz Ayuso. La vía: reventar su dignidad. Cuentan con políticos de los que antes la gauche se habría avergonzado. Pero todo cambia: las estrellitas del humor amargo y hemipléjico ya se morrean con la ETA, y los bolivarianos del moco colgando son unos señores de la leche al lado de Ternera y los nuevos socios de Sánchez.