Tonia Etxarri-El Correo
Las reacciones socialistas a la salida de Soraya Rodríguez han sido ingratas y sectarias
El miedo a la abstención en las urnas el próximo 28 de abril, cuando los sufridos contribuyentes no se hayan sacudido aún el síndrome vacacional de Semana Santa, atenaza a los candidatos. Tanto, que no se permiten ni un descanso en la precampaña. Entre mítines constantes, manifestaciones feministas y visitas a tumbas anda el juego, mientras se producen trasvases de fichajes en las listas constitucionalistas. Pedro Sánchez purga a quien le cuestione y, consecuentemente, se producen bajas en las filas socialistas como la de Soraya Rodríguez, que podría unirse a Ciudadanos. Las reacciones de sus ex compañeros durante 37 años de militancia no han podido ser más ingratas y sectarias. Pero la vida de los partidos es así. Funciona como una secta.
Si finalmente la ex dirigente socialista opta por unirse al club de Rivera , ahí se encontrará con Celestino Corbacho, ex alcalde de Hospitalet y ex ministro que abandonó su militancia socialista hace un año y concurre ahora con Manuel Valls en las municipales. Ciudadanos va engordando sus filas con fichajes de políticos experimentados y desencantados con el PP y PSOE. Pero la desafección de cuadros socialistas frente a los guiños del Pedro Sánchez hacia los independentistas se está convirtiendo en una mina para Ciudadanos. En el entorno de Albert Rivera no las tienen todas consigo pero creen que ya tienen media campaña hecha. «Sánchez está expulsando a todos los constitucionalistas que quedaban en el PSOE», dicen.
Lo cierto es que la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, no estuvo muy afortunada cuando declaró que la Carta Magna no recoge la igualdad de derechos entre mujeres y hombres como ocurre con otras Constituciones. De los resbalones que tuvo la semana pasada, éste fue el más grave. ¿No se sabe la Carta Magna de la que es, en teoría, experta o, sencillamente, la ha olvidado? Le cayó un torrente de críticas y un sinfín de ofrecimientos para leerle el artículo 14 de la Constitución. A saber: «Los españoles son iguales ante la ley , sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión, o cualquier otra condición o circunstancia personal o social». ¿Qué parte no entiende?
Si el PSOE sube pero Podemos baja, volverá a necesitar sumar a los independentistas
A pesar de las burdas puestas en escena, Sánchez, gracias a su campaña permanente desde que llegó a La Moncloa, se ha visto compensado con el crecimiento de apoyos. Dejando en reposo los CIS de Tezanos, casi todos los sondeos coinciden en que el Partido ‘Sanchista’ podría llegar a superar la barrera de los cien diputados en el próximo Congreso. Ni PP ni Ciudadanos llegan a esa previsión. Y no digamos Podemos, que sigue en caída libre. Pablo vuelve tras su baja paternal. Pero habrá que ver si vuelven sus votantes. Si el PSOE sube pero Podemos baja, volverá a necesitar sumar a los independentistas, de nuevo. La incertidumbre se enfoca hacia la configuración de las nuevas mayorías, después del 28 de abril.
Hay quien dice que el centro derecha está nervioso, pero lo que se aprecia es una intensa campaña, desde el aparato electoral de La Moncloa, para empujar a Albert Rivera hacia el bloque de los ultras. Se temen que, si la implosión de Vox diera la mayoría suficiente a los tres partidos, Sánchez se quedaría fuera de La Moncloa. Él dijo ayer que hablará con todos los partidos. Pero el centro derecha no le cree. No lo ha hecho en sus ocho meses de presidente.
El PNV necesita sacar cabeza en estas elecciones. Y se hace valer. Que no se crea Sánchez que ellos son el socio fácil (fueron los únicos que no le abandonaron en los presupuestos) que tendrá que ganarse sus votos a pulso. Lo dice Ortuzar sacando pecho mientras Puigdemont ha «limpiado» ya sus listas de moderados. Para que luzcan los presos preventivos en la campaña. Rull, Turull, Sànchez. Sus afines. En competencia con Junqueras. Un despropósito que provocará ruido. Faltan muchos días para ir a las urnas pero la pugna se polariza. «El PSOE pactaría con quienes quieren romper España» y «las derechas quieren situarnos en las antípodas del progreso». Mensajes reducidos a brochazos. Mientras tanto, una corriente de partidarios de Ciudadanos quiere convencer a Rivera de que pacte con Sánchez, si los números dieran. Porque sería la única forma de atar en corto al líder socialista y evitar que hiciera concesiones a los independentistas. Eso creen. Porque de Cataluña se hablará mucho más. Aunque le incomode al candidato socialista.