Todos contra todos

ENRIC GONZÁLEZ, EL MUNDO 13/12/13

· España contra Cataluña. ¿Puede justificarse tal afirmación? Sí, por supuesto. Igual que existen argumentos para respaldar otros enunciados. Cataluña contra Cataluña, por ejemplo. O España contra España. O Cataluña contra España.

La historia de este país (lo de país va por los dos) abunda en animaladas, y resulta fácil reunir una especie de grandes éxitos de la España negra, o de la Cataluña negra. Darle coherencia cuesta un poco más. Se puede, sin embargo; sólo hace falta alzar la bandera de la nación eterna y monolítica, eso que ni España ni Cataluña han sido nunca.

Algo raro pasa cuando a una reunión de historiadores acuden tantos periodistas y tanto público. En fin, ya sabemos que pasa algo raro. Y sabemos también que Jaume Sobrequés, director del Centro de Historia Contemporánea de Cataluña, es un excelente publicista. Ayer se atribuyó toda la responsabilidad en la elección del título del simposio, aunque en realidad lo que hizo fue colgarse una medalla. El título bastó para encabronar o entusiasmar, que era de lo que se trataba. Ignoro si la Fiscalía dispone en la plantilla historiadores (diría que no) y si envió ayer a un positivista como se enviaba antes a los censores; dos señoras, en el descanso, hablaban de un «infiltrado» (de la Fiscalía o de España en general, no sé), pero luego resultó que se habían equivocado y que el presunto infiltrado era un buen catalán, con todo el derecho a ser incitado al odio o a lo que conviniera.

No hubo golpes de efecto en la sesión de apertura. No aparecieron nuevos datos sobre la nacionalidad catalana de Cristóbal Colón o, ya puestos, de Nelson Mandela. Los ponentes se ciñeron a la verdad, aunque sólo a una parte de la misma. Tomemos a Josep Fontana, historiador insigne y primer orador. Aseguró que tras la Guerra de Sucesión y la caída de Barcelona en 1714, Felipe V abolió las instituciones catalanas. Completamente cierto. Felipe V era un Borbón absolutista que intentaba copiar el modelo francés, el mismo que 70 años después se cargó la guillotina. Ocurre que entonces el centralismo absolutista podía interpretarse como una modernización.

Fontana afirmó después que la sociedad catalana, a principios del siglo XVIII, «parecía encaminarse hacia una forma de evolución parecida a las que seguían Holanda o Inglaterra, asociando un proceso gradual de democratización al desarrollo de una economía capitalista». Hombre, eso es mucho suponer. Inglaterra tenía la ventaja de una religión de Estado cuya cabeza era el rey, lo cual relativizaba bastante los mandatos divinos, y luego tuvo la ventaja adicional de expulsar hacia las colonias americanas a la gran mayoría de los fanáticos religiosos. En Cataluña, por el contrario, el catolicismo integrista y trabucaire campó a sus anchas. Quizá Cataluña parecía encaminarse a algo. Quizá no se encaminaba a nada. Nos quedaremos con la duda, porque en el simposio no hay opiniones disidentes, ni puntos de vista alternativos, ni debate.

Sobrequés abundó en la destrucción de las instituciones catalanas, como la Generalitat o el Consell de Cent municipal. En referencia a este último, dijo que fue sustituido por botiflers (para entendernos, traidores) y leyó una lista de los oprobiosos, con apellidos catalanísimos. ¿Eran catalanes traídos desde Castilla para amargar la vida a los catalanes de Cataluña? No, claro. Eran los malos catalanes. Tan malos como esos barceloneses que aplaudían a la Guardia Mora franquista cuando cayó Barcelona, ciudad abierta, durante la última guerra civil.

Josep Maria Soler abordó el espinoso asunto de la proclamación del «Estado catalán» (dentro de la República Federal Ibérica: para complicar las cosas nunca ha hecho falta un referéndum) por parte de Lluis Companys, en 1934, aunque matizó que fue «un error» provocado por el «movimiento ilegal de las izquierdas españolas» tras la sanjurjada. Y luego se extendió en el «secuestro» de Companys, refugiado en Francia, por la policía franquista. Cierto, no hubo papeles de extradición. Pero es que hablamos de franquismo en pleno subidón postbélico. Hubo muchos españoles que sufrieron la desgracia franquista en esa época. Y antes, la desgracia de la guerra. Y antes, otras desgracias.

¿Hacía falta tanto lío sobre el simposio en cuestión? No. El independentismo (o soberanismo, o estatalismo, o federalismo asimétrico) se ha apuntado un tanto publicitario ante su parroquia. Podrá decir por ahí que el partido que gobierna España va denunciando ante el fiscal las reuniones de historiadores. ¿Incitación al odio? Con lo que está cayendo, no llega a eso. ¿Que los últimos tres siglos de España, con Cataluña, han sido bastante desgraciados? Sí, pero eso ya lo sabíamos. ¿Que España está contra Cataluña? Claro. Como una parte, la parte mala, de Cataluña.

ENRIC GONZÁLEZ, EL MUNDO 13/12/13