Tomarse la molestia

FERRER MOLINA, EL MUNDO – 25/07/14

· Una docena de catalanes, miembros de la plataforma Societat Civil Catalana, partidaria de que Cataluña siga formando parte de España como en los últimos 1.600 años –dejémoslo en los godos para no remontarnos a la Hispania romana– ha tenido la santa paciencia de contar, uno a uno, durante cuatro meses, el número de participantes en la cadena humana por la independencia de la pasada Diada. La misión ha sido posible gracias a las fotografías que los organizadores realizaron a lo largo de todo el trazado para documentar el acontecimiento. La suma les da 793.683 personas. Muchísimas, sin duda. Pero menos del millón seiscientas mil que el Gobierno catalán dio por bueno o de los dos millones que proclamó Junqueras.

Habrá quien considere este recuento una inutilidad y una pérdida de tiempo. En absoluto. Es más, debería haberlo encargado de oficio el Gobierno central. Lo que hoy ocurre en Cataluña tiene mucho que ver con la falta absoluta de respuesta a las informaciones y sobrentendidos que ha sembrado durante décadas el nacionalismo. La Generalitat se ha encontrado el terreno expedito. Mientras su maquinaria aplastaba al insumiso –ya fuera el padre que pretendía que su hijo pudiese estudiar en castellano, ya el tendero multado por no rotular en catalán, ya el cómico que se veía en la necesidad de emigrar–, el Estado se echaba la siesta, convencido de que los mecanismos de la Administración acabarían por poner las cosas en su sitio; confiado en esa pereza tan nuestra de que, al final, todo se arregla.

Es cierto que el nacionalismo se alimenta, ante todo, del sentimiento. O por mejor decir, del resentimiento. Pero para que se contagie artificialmente a gran escala necesita de una base empírica. Dado que no existe vacuna contra algo tan caprichoso, volátil y escurridizo como las emociones, la herramienta para hacer frente al separatismo habrá de ser la ciencia. Gracias a un grupo de economistas hoy ya sabemos, también, que el déficit fiscal de Cataluña ni es el mayor del país ni es de 11.000 millones de euros, pese a lo que ha venido aventando la Generalitat.

La tarea de desmontar el entramado de medias verdades, inexactitudes y falsedades sobre el que brota el desapego de muchos catalanes hacia el resto de España es laboriosa. Ahora bien, para llevarla a cabo es preciso tomarse la molestia. Como han hecho los doce de Societat Civil de los que hoy se descojonará media Cataluña. O casi. A ver quién los cuenta.