El candidato socialista dio un golpe magistral en su campaña al fichar como futura vicepresidenta a la ministra de Industria, Reyes Maroto, qué bárbaro. Ella no ha dimitido para concurrir, como Iglesias. Lo hará si, y solo si, Gabilondo puede desbancar a Isabel Díaz Ayuso, momento en el que cambiaría Ministerio por vicepresidencia económica. En caso de que no, ni moverse; resistir es vencer.
Lo de la vicepresidencia económica es un error. Le iría mucho mejor una vicepresidencia cultural, oigan lo que dijo el viernes a su futuro presidente: “como dice la canción de Serrat, caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Serrat, ya saben, aquel poeta que según el presidente del Gobierno nació en Soria, aunque gente más inculta le atribuye otro origen por sus versos: “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,/ donde florece el melocotonero (o quizá era el platanero: toma negra, la flor de mi platanito/ toma negra, la flor de mi platanar; uno ya es que confunde los poetas y también los versos).
El doctor Plagios tampoco anda fino en la geografía del país que desgobierna: cree que Almería y Cádiz son provincias limítrofes, (Aló, presidente, 29/4/2020) confunde Zamora con Palencia (31/10/2019) y trata Huesca y Aragón como si fuesen unidades disjuntas (8/10/2019 a Àngels Barceló). Es asintáctico y asintomático: se inventó (o quizá plagió, dados los precedentes) el verbo ‘preveer’, que su ministro del Interior borda en gerundio; “preveyendo” dijo dos veces el 27/4/2020.
Si esto lo hace la cúpula, qué esperar de la cópula. No creería Reyes Maroto que Irene Montero se lo iba a poner fácil y no se lo puso: se marcó un mitin en la azotea de su Savile Road, en el que se desdobló hasta desencuadernarse: todos, todas y todes; niños, niñas y niñes; hijos, hijas e hijes y ya, rozando la perfección, “escuchados, escuchadas, escuchades”. Normal: si el nota de Interior, que ha sido juez y tiene jurisprudencia, habla de conjugar los sustantivos, no hay que extrañarse de que esta cuitada se haya animado a declinar los participios.
Toda burricie se contagia. Ahí tienen a Edmundo Bal, un buen abogado del Estado y un mal candidato a la Presidencia de Madrid, que este fin de semana se empleaba contra la titular en términos sorprendentes: “le ha faltado (a Ayuso) decir que Madrid es ella. Me ha sonado al rey Sol cuando decía ‘El Estado soy yo’. Quiero recordar que el Rey Sol no acabó bien”. Siempre es un problema no saber qué hacer con el palito. Ya le había pasado a Echeminga, triste criatura que ejerce la portavocía de Podemos en el Congreso, al llamar ‘Felipe IV’ a nuestro Rey, Felipe VI. Da la impresión de que a Bal también se le ha bailado el palito y ha confundido a Luis XIV (el Rey Sol) con Luis XVI. Lo del Rey Sol acabó mal porque se murió, -nos acabará pasando a todos-, pero fue de muerte natural, después de llevar 72 años en el trono de Francia, en el que se sentó a los cinco. Luis XVI murió a los 39 y en la guillotina, ese instrumento para el progreso y la democracia en opinión de Pablo Iglesias. Bal no se conformó con eso y citó abusando a Manuel Chaves Nogales: “Estoy orgulloso de haber hecho méritos para que me fusilen los dos bandos”. No sé cómo decirlo: tontos, tontas y tontes.