Antonio Casado-El Confidencial
Muy creativos tendrán que ponerse en Moncloa para disimular el presentido fracaso de un encuentro inútil con un interlocutor llamado a perderse en la polvareda
La cita se anuncia fallida con 24 horas de antelación. Al encuentro Torra-Sánchez (el ‘president’ delante, que juega en casa) solo le faltaba quedar mediáticamente eclipsado por el anuncio de unas elecciones anticipadas en el País Vasco, previas a las de Cataluña, con el indisimulado propósito de marcar distancias por parte del lendakari Urkullu.
Muy creativos tendrán que ponerse en Moncloa para disimular el presentido fracaso de un encuentro inútil con un interlocutor desahuciado. No obstante, aunque Quim Torra se va a perder en la polvareda, mañana seguirá mirando al tendido de los ‘indepes’. Y la exaltación del diálogo como método ya no da más de sí frente a las apelaciones a la autodeterminación, la amnistía y el fin de la represión.
La exaltación del diálogo como método ya no da más de sí frente a las apelaciones a la autodeterminación, amnistía y el fin de la represión
En este caso, al socio y amigo, Oriol Junqueras, que tiene la llave de los PGE (“siempre que sean buenos para Cataluña”, dice) y controla desde la cárcel la gobernabilidad de España, aunque no quiere verse desbordado por ese Torra resentido que mañana fustigará al Estado en la cara de Sánchez y de nuevo pedirá lo imposible, incluida la figura del relator (Pedralbes, en la memoria).
Lo malo para el Gobierno es que la entrevista con Torra es puntuable en la grotesca carrera de sacos ERC-JxCAT por la primacía soberanista
Lógico. Está de salida y la apuesta de su partido (es decir, la de Puigdemont) es cobrarse en las urnas la insobornable denuncia de la represión del Estado y de la “causa general de la Justicia española contra el independentismo”.
Más prudentes, los dirigentes de ERC, cómplices del PSOE en el sostenimiento de Sánchez, venden transversalidad y ofrecen su apoyo a los PGE de 2020 si constatan “avances significativos” en el diálogo sobre el futuro político de Cataluña, mientras la vicepresidenta Carmen Calvo se esfuerza en desvincular lo uno de lo otro.
¿Qué sentido tendría, en estas circunstancias, que de la reunión de mañana saliera un calendario que comprometa a un Govern inexistente?
Si nos atenemos a la declarada finalidad de la cita como paso previo a la constitución de una mesa negociadora de los dos gobiernos (el central y el autonómico) sobre el futuro político de Cataluña, lo de mañana es hablar sin ton ni son ¿Qué sentido tendría, en estas circunstancias, que de la reunión saliera un calendario que comprometa a un Govern inexistente?
El Gobierno ya dijo ayer en deje andaluz que difícilmente puede salir de ahí nada concreto “ante lo complejo del asunto” (ministra portavoz, María Jesús Montero). Más que complejo, absurdo. En realidad, le está diciendo a Torra que la solución al problema de fondo va para largo y que él será un decimal cuando se haya encontrado, si se encuentra, alguna salida al llamado conflicto catalán. Mientras tanto, más vale ocuparse de los asuntos que realmente preocupan a los catalanes en el día a día.
Y eso va a ser todo en la fallida cita de mañana.