Jon Juaristi-ABC

  • El principal problema de los españoles es que nos es imposible ya vivir fuera de las series de televisión

Pío Baroja, a los vecinos de Vera de Bidasoa que, viéndole cavar en el huerto de Itzea, le preguntaban «¿qué, don Pío?, ¿trabajando?», les contestaba cortésmente: «no, descansando». Cuando le sorprendían sentado a la sombra del árbol más frondoso del jardín, al preguntarle ellos: «¿Descansando, don Pío?», respondía irritado: «¿no ven qué estoy trabajando?». La anécdota ilustra el proverbial laconismo vasconavarro y la proverbial sabiduría vascopirenaica, desde la cual don Pío y su sobrino Julio Caro Baroja –un par de polígrafos donde los haya habido– pasaban por escaqueadores natos.

Sin permitir que le preguntaran nada, Óscar Puente abroncaba el lunes a los intrépidos reporteros de una cadena privada de televisión, con un desabrido «¿no ven que estamos trabajando?». El escenario era impresionante: un tramo de las vías del AVE Madrid-Sevilla en pleno descampado. Una red metálica de protección de dichas vías en la que se apreciaba un grandioso boquete, y varios supuestos operarios con chalecos amarillos de alta visibilidad. El ministro también llevaba uno. El camuflaje parecía tan perfecto que algún telespectador no socialista pudo dudar de si, en efecto, el ministro estaba verdaderamente trabajando. Supongo que los socialistas, que no distinguen entre trabajo y ocio (no digamos sus capos sindicalistas, que no distinguen entre trabajo y gambas de Huelva) tomaron dicha declaración como, por lo menos, verosímil, categoría que identifican sin más con la verdad absoluta. ¿Cómo no iba a estar trabajando, si llevaba puesto un chaleco amarillo reflectante, andaba moviéndose como si fuera uno más entre un grupo de gentes que parecían currelas y, sobre todo, si afirmaba estar trabajando? Para reforzar la impresión de verosimilitud, el ministro comparecía poco después ante las cámaras abroncadas portando un rollo de cable de cobre forrado en plástico verde, y, señalando el interior del mismo, decía: «Como verán, esto de dentro es de muy poco valor». Óscar Puente: todo un trabajador experto en sabotajes y en el valor del cobre, lo mismo da. Mientras tanto, se extendía el caos, el Alvia vasco se estancaba en todas las estaciones y los Cercanías ni te digo.

El principal problema español es que ya no podemos distinguir la realidad de la ficción. En concreto, desde el pasado 28 de abril tengo la sensación de vivir metido en una secuela cutre de la famosa ‘Day Zero’, de Netflix, con Perico Saunas intentando que lo confundan con George Mullen (Robert de Niro), un expresidente americano, eficaz investigador de apagones y ciberataques, terror de ultrarricos y capaz de mandar al trullo a su propia hija, política corrupta.

Pero no cuela en Badajoz, donde trincaba el Chirimoyas, ni en Bruselas, desde donde el Puchi gobierna España. Lástima que no sea verdad tanto aspaviento renovable/insostenible.