Pues señor, parece que se ha desatado una tormentita en un vaso de agua a cuenta del programa israelí que supuestamente se habría utilizado por el CNI para espiar a 63 políticos, periodistas y empresarios vinculados al golpismo catalán y al terrorismo vasco, porque en la lista figuran también, Arnaldo Otegi y el diputado de Bildu, Jon Iñarritu.
Pere Aragonès ha advertido muy campanudo que el Gobierno “podría caer” si Sánchez no soluciona lo del espionaje. Entre las tonterías brilló con opacidad propia Pablo Iglesias, al decir que “Pegasus es mucho más grave que el Watergate” y todos los golpistas catalanes, junto a Mas País y Compromís, han pedido la comparecencia del presidente en el Congreso.
No llegará la sangre al río. Sánchez tiene a sus socios aún más calados que a la oposición. ¿Se imaginan a Aragonès y a Rufián facilitando el relevo de Sánchez por Feijóo en La Moncloa? Hombre, no jodan. Podemos no pide la comparecencia. Tragan como tragaron lo de “el espacio de Yolanda Díaz”. Más cornás da el hambre, que decía El Espartero.
Aitor Esteban protestaba “nadie tiene la certeza de no ser espiado por los servicios de inteligència”. En esto podría tener razón. En 1986, el partido de Esteban puso a la Ertzaintza a espiar al ex lehendakari Garaikoetxea, que no había participado en actividades golpistas ni terroristas, solo porque, habiendo sido removido del cargo en el que le sustituyó Ardanza, querían conocer sus andanzas sobre el partido que pretendía crear y que creó en septiembre del 86. Ni que decir tiene que la constitución de un partido era actividad perfectamente lícita. Claro que llamar ‘servicios de inteligencia’ a aquellos ‘berrocis’ era llevar demasiado lejos el concepto de la metáfora. Su camarada Xabier Agirre, entonces portavoz del EBB, preguntaba por qué le molestaba y preocupaba que las cosas que tuviera que decir por teléfono alguien las pueda conocer. “Yo tengo la sospecha de que mi teléfono y el de la Ejecutiva están pinchados, pero yo no tengo nada que ocultar”. Luego fue viceconsejero de Interior y diputado general de Alava.
Pero los servicios de inteligencia, merezcan o no el nombre, están para esas cosas: investigar actitudes que pueden comprometer la seguridad del Estado etc. A finales de los años 80 se descubrió que en una sede de HB en Vitoria se habían practicado escuchas. A uno le parece que esa es la tarea de los servicios de inteligencia. Es más, al conocer los datos de la operación Pegasus con sus 63 espiados, uno tiene la tentación de preguntarse: ¿solo? Es de suponer, se malicia uno, pura estadística, que algún producto del espionaje serán fotos íntimas y no con la pareja habitual. Me viene a la memoria la tarjeta de Dina Bousselham, pero como Pablo Iglesias, su partener, tenía en la época acceso a la información del CNI (su nombramiento fue anulado por el T.C. en 2021) pues no hubo nada.
Tendría perendengues que después de indultar a todos los golpistas condenados por sedición en el Supremo, se fuera a castigar a los miembros de CNI que los investigaron. Su reproche debería ser en todo caso laboral porque las urnas fraudulentas que los golpistas llevaron ya llenas de votos a los colegios electorales el 1-O ni las olieron.