JON JUARISTI-ABC

  • Los transportes paranoicos de Óscar Puente han convertido su Ministerio en un Miniver (Ministerio orwelliano de la Verdad), indispensable para cualquier dictadura totalitaria

La cuarta acepción del verbo «transportar» en el Diccionario de la Lengua Española que auspician todas las Academias de la ídem es «enajenarse de la razón o del sentido, por pasión, éxtasis o accidente» (la primera del sustantivo «transporte» es «acción o efecto de transportar»). A la vista de este dato se entiende no solamente el nombramiento de Óscar Puente como ministro de la cosa. Además, se entiende lo que entiende la izquierda por transporte.

Hay transportes poéticos, muy frecuentes en las comparecencias de la Pirada, donde suele declamar panegíricos de la economía social inspirados en las odas a la vacuna o a la invención de la imprenta de Manuel José Quintana, pero callando lo que este debía a Núñez Feijóo. Al final, sus discursos suenan a versos de Luis García Montero pasados por los espejos del callejón del Gato, lo que queda también muy español y, sobre todo, muy galaico.

Los hay también místicos, los transportes, quiero decir. Sin ir más lejos, los de Bolaños, que nunca pierde su aire de frailecillo que se hizo perdidizo y fue ganado (lanar). Ni siquiera cuando increpa a los bancales de la oposición tachando a todos sus ocupantes de miserables. Incluso entonces se nota que su alma no está allí y que probablemente vuela en pos del Falcón del Amado, preguntando a los drones que nos vigilan (o nos traen directamente a casa la ensaladilla rusa) si por sus cerros ha pasado.

Transportes eróticos, sin embargo, no abundan desde que Podemos se sublimó en el éter. ¿Qué se hizo de Pablo Iglesias y de Xavier Domènech, qué se hicieron? ¿Qué fue de tanto galán y de tanta osculación como truxeron?

Ahora bien: nada comparable a los transportes paranas de Óscar Puente, ni los transportes cómico-líricos de Chomin de Amorebieta (que estallan siempre en medio de una algarabía de gallinas, ocas, patos de la aguachirle vascongada, cabras, cerdos, terneras y demás animales del caserío que van a saber que estabais en ‘relasiones’) ni los transportes aéreos de Ábalos y Gladys por el bien de España, autogestionados por Koldo.

Los transportes de Puente son el Motor Inmóvil del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible, el verdadero Primum Mobile de un gobierno presidido por la encarnación misma de la Movilidad Sostenible, cuyas únicas actividades conocidas son moverse sin descanso y sostenerse gracias a dicho movimiento, según el principio metafísico de la bicicleta. Los transportes paranoicos de Puente ponen en movimiento a todos los funcionarios de un ministerio convertidos en sicofantes. Se me dirá que con un dispositivo tipo ‘social searcher’ se ahorraría España el Miniver que preside Puente y quizás al propio ministro. Sí, pero entonces nadie se enteraría de cómo se entera la Movilidad Sostenible de lo que pensamos de Ella, y le perderíamos el respeto.