RAMÓN PÉREZ-MAURA – ABC – 05/03/16
· Por si no bastara con lo hecho por el candidato Pedro Sánchez, su escudero Albert Rivera insistió el miércoles.
Mala. Muy mala ha sido esta semana para la Corona española. A lo largo de tres días consecutivos ha recibido golpes desde tres actores distintos. Y lo peor es que dos de ellos probablemente lo hicieron sin mala fe. Incluso sin intención, pero eso no salva la gravedad de lo ocurrido.
Empecemos por el final. El jueves asistimos a la conclusión de la declaración de Iñaki Urdangarín ante el tribunal en el que está siendo juzgado junto con la Infanta Doña Cristina y los otros implicados en el Caso Nóos. Las amistades perdidas y ahora recuperadas en torno a una mesa arciprestal han dado un giro radical a la estrategia de defensa de Urdangarín en quien la Infanta dice confiar plenamente. A estas alturas del partido ha descubierto el marido de Doña Cristina que «la Casa del Rey supervisaba todo». Y debía hacerlo con tanto celo que él mismo, el más interesado, no se ha enterado hasta que no se ha leído el sumario del caso.
Habrá que reconocer, cuando menos, que este argumento de Urdangarín suena muy raro. Pero lo que quedó claro el jueves en Palma de Mallorca fue que Iñaki Urdangarín ha cruzado la línea y se ha aliado con su antiguo socio, Diego Torres. Y con él ha empezado a acusar a la Casa del Rey de sus propios errores y algo más. Pero no haya lugar a equívoco: la Casa del Rey a la que atribuye culpas no es la de Felipe VI sino la de Juan Carlos I. Y si el distanciamiento entre el Rey y su hermana y cuñado era ya evidente, ahora empezamos a tener indicios muy sólidos de que esa distancia puede ser igual entre el Rey Juan Carlos y su hija y yerno. Y a quien se está haciendo daño con esta actitud es a la Corona. Y la Infanta Doña Cristina ha escogido en qué lado quiere estar.
La ante víspera de la declaración de Palma tuvimos otro ataque muy grave a la Corona. Fue el que hizo en su discurso de investidura Pedro Sánchez. Quizá no lo hizo intencionadamente, pero eso no merma la gravedad. Empleó partidistamente la figura del Rey para atacar a Rajoy. No perdamos el tiempo discutiendo si Rajoy hizo bien o mal en declinar el encargo de formar Gobierno.
El Rey consideró su deber hacerle la propuesta y Rajoy creyó que como mejor servía a España era no aceptando el encargo, Pretender que con ello se ha faltado al Rey como ha intentado hacernos ver Sánchez es un disparate. Pero lo que es más grave, lo que no habíamos visto hasta ahora desde 1977, es que en la tribuna de las Cortes se blandiera la figura del Monarca contra los rivales políticos. Y eso fue lo que hizo el socialista el martes.
Por si no bastara con lo hecho por el candidato Sánchez, su escudero en esta ocasión, Albert Rivera, volvió a hacer lo mismo el pasado miércoles y se ratificó ayer asumiendo las tesis del secretario general del PSOE y glosándolas ante el pleno. Al menos Rivera podía haber reflexionado sobre la gravedad que tenía el uso que Sánchez había hecho de la Corona en su discurso del martes y podría haber orillado el tema.
Tiempo tuvo para ello, porque como dijo Juan Carlos Girauta cuando justificó el doloso retraso impuesto por Patxi López a las réplicas al discurso de Sánchez, un debate de investidura justificaba tener tiempo para reflexionar sobre las propuestas. Pues ya vemos a qué llevó la reflexión a Rivera: a hacer un ataque directo al Rey al emplear la figura del Monarca constitucional con fines partidistas en el debate parlamentario.
El hasta ahora impecable reinado de Felipe VI no se merece una semana como la que acaba de pasar.
RAMÓN PÉREZ-MAURA – ABC – 05/03/16