El Correo-JOSEBA ARREGI

Los votos de unas elecciones autonómicas no dan derecho a nadie a pensar que esa representación en la cuestión de la relación de Euskadi con España es la correcta. Sería un gran error

Frente a la complejidad creciente de los mundos sociales y culturales en los que vivimos, los políticos tienden a buscar simplificaciones, y cuando no las encuentran recurren a mitificaciones contrapuestas: o bien recurren a la mitificación de la tecnociencia y creen que por medio de la ingeniería jurídica o la ingeniería del lenguaje podrán encontrar el camino de la cuadratura del círculo sin que nadie se dé cuenta de que están llevando a cabo simples trucos que explotan antes o después. La confederación como modo de estar fuera de la Constitución sin romper con el Estado, o la autodeterminación para no decir independencia. Lo que nunca se hace es mirar a la historia y buscar ejemplos de formas confederales, ateniéndonos a lo que algunos políticos –socialistas y nacionalistas– ofrecen en lugar de la independencia directa o del derecho de autodeterminación. Veamos algunos significativos.

1.- La derrota de Napoleón, que era también la derrota de los principios universales de la razón que este general quería imponer por las armas en toda la Europa reaccionaria y absolutista, abría el camino a la restauración, aunque no fue posible ahogar el impulso liberal tan fácilmente. En Suiza la restauración condujo a la firma del Pacto de Federación –Bundesvertrag– en 1815, un pacto que concedía a los cantones la práctica autonomía total en la administración. Solo quedó del espíritu ilustrado la anulación de las relaciones de servidumbre.

Lo que vino después lo califican los historiadores como el camino del Pacto de Federación entre los cantones al Estado Federal, es decir, el comienzo del paso de la Confederación a la Federación estatal. Los liberales consiguieron revisiones constitucionales en los principales cantones en 1830 y a nivel del conjunto del Estado suizo en 1848. Antes de llegar al Estado Federal hubo, sin embargo, fuertes discusiones, golpes y la última guerra civil de Suiza, la guerra de la llamada Federación Especial –Sonderbundskrieg–, en 1847.

El ‘Sonderbund’ o Federación especial estaba formado por los cantones más conservadores y católicos que rechazaban el liberalismo, en la forma de Estado nacional y en las costumbres, recurriendo para ello a la identificación religiosa, y perseguían un trato especial o la separación del resto de cantones. Tras una breve guerra dirigida contra estas aspiraciones por los cantones más importantes como Ginebra y Zurich se acabó la ‘Sonderbund’. No hubo más que cien muertos y todo se solucionó antes de que potencias extranjeras intervinieran en favor de los cantones del ‘Sonderbund’. Así quedó la vía expedita para que Suiza pasara definitivamente de la Confederación a la Federación que es hoy, con una Constitución en la que antes que los cantones aparece el pueblo suizo como constituyente.

2.- Entre 1861 y 1865 se desarrolló en EE UU la llamada Guerra Civil, o de Secesión. No hacía muchos años que los ejércitos americanos habían entrado en la capital mexicana derrotando a los ejércitos del General Santa Ana. Era una muestra del ímpetu expansivo en el que estaba inmersa la sociedad de EE UU. A esta expansión hacia el Sur siguió la expansión hacia el Oeste. Ello se debía a un crecimiento poblacional grande, a una economía pujante –había mucha más tierra disponible por habitante que en Europa, lo que provocaba que del norte de este continente fluían masas de inmigrantes–, y al desarrollo de la industria y de los medios de transporte, sobre todo el ferrocarril –ver James M McPherson, ‘Battle Cry of Freedom, The Civil War Era’, 1988–.

En esa expansión, resumiendo quizá demasiado, los Estados del Sur, aquellos en los que la esclavitud era un pilar fundamental de la economía agrícola, exigían que en los nuevos territorios colonizados por ellos siguiera siendo de derecho la tenencia de esclavos. A ello se oponían los estados del Norte cuya economía comenzaba a basarse cada vez más en la industria, en la producción textil y metalúrgica.

Es importante observar que los Estados sureños apostaban por una relación confederal con el resto de Estados de EE UU. En la guerra lucharon por la bandera confederada, y la guerra llegó a llamarse, como ya se ha indicado, Guerra de Secesión. Los estados del Norte defendían la bandera de la Federación, y fueron llamados unionistas en distinción de los secesionistas del Sur porque pretendían mantener la unión de la federación. Ganaron los federales y perdieron los confederales secesionistas.

3.- Federación Malaya es el nombre de una federación de once Estados que la formaban entre 1948 y 1963. Esta federación restauró las posiciones simbólicas de los gobernantes de los Estados malayos.

La Federación se hizo independiente de Reino Unido en 1957. En 1963, junto con Singapur y otros Estados, formaron una nueva federación llamada Malasia. En 1965 Singapur fue expulsada de la federación por el miedo a los comunistas, que constituían una parte importante del partido que gobernaba Singapur, el PAP, un matrimonio de conveniencia entre políticos moderados y sindicatos procomunistas. En 1959 el Alto Comisionado de Singapur, Lord Selkirk, garantizó completa autonomía a la isla, excepto en defensa y política exterior. La independencia total llegó el año 1963 con la unión, junto a otros territorios, a Malasia. Por eso esta federación era en realidad una confederación.

Park Lee Yuan se deshizo de los comunistas en el PAP y gobernó de forma autocrática la expulsada Singapur en un sistema de partido único. Las confederaciones o se transforman en Estados federales, o se desintegran por diversas razones. Una reflexión: parece que el PNV está dispuesto a ampliar el consenso para la propuesta del nuevo Estatuto o Estatus, hablando indisimuladamente de atraer al PSE y a Podemos, excuyendo al PP. Es peligroso creer que los partidos representan a la sociedad en todas las cuestiones. Los votos de unas elecciones autonómicas no dan derecho a nadie a pensar que esa representación en la cuestión de la relación de Euskadi con España es la correcta. Sería una gran equivocación.