Daniel Portero, LA RAZÓN, 19/2/12
Aquellas almas desgarradas de nuestro país entre finales de los setenta y la década de los ochenta por ETA sin que sus familias encontraran el consuelo de la justicia son una realidad que no debemos olvidar. Más de trescientas familias en España no han conseguido saber quienes asesinaron a sus familiares y la Justicia no puede hacer ya nada porque los delitos han prescrito. El pasado martes el Fiscal Jefe de la Audiencia Nacional, lo comentaba en periodo laboral en una conferencia en Valencia: «Sólo se investigarán cerca de 20 de los más de los 314 casos sin resolver de los asesinatos de ETA en España». Nos comentaba que no había pruebas suficientes para iniciar más investigaciones. Por ello, hoy podemos afirmar que nunca más sabremos de los 300 que murieron valientemente por España. No murieron como los 300 valientes espartanos que se enfrentaron en el estrecho desfiladero de la Termópilas (Grecia) contra las hordas de Jerjes, el rey persa. Nuestros 300 fueron asesinados por cobardes que nunca dieron la cara y que, muchos de sus asesinos, huyeron a países extranjeros para esconderse de sus víctimas. Y ahora, sus compañeros de las hordas asesinas de ETA nos piden generosidad a las familias de las víctimas y que se les acerque a sus casas. Muchos de estos cobardes conocen quienes asesinaron a nuestros 300, sin embargo, pretenden encubrir a los suyos incluso habiendo prescrito los delitos de asesinato. Insisto en que la dispersión de presos etarras debe continuar, incluso con los que hoy se encuentran en la cárcel de Nanclares de Oca (Álava), porque no han cumplido con la Ley, es decir, con el artículo 90 del Código Penal. No han colaborado con la Justicia ni con las Autoridades a esclarecer asesinatos sin resolver. Aquí no ha habido conflicto «político» alguno, sino un genocidio de casi mil personas, donde 300 de nuestros valientes están hoy enterrados en otro estrecho desfiladero y sin que se les vaya a hacer justicia alguna.
Daniel Portero, LA RAZÓN, 19/2/12