EL CONFIDENCIAL 15/04/15
JOAN TAPIA
· Las encuestas predicen un descenso de CiU que podría bajar de 14 a 10 concejales, debido a la bajada generalizada de la coalición nacionalista y a la eclosión de la protesta social por la crisis
Ahora CiU gobierna Cataluña sin mayoría absoluta y en la ciudad de Barcelona con poca fuerza (tiene sólo 14 concejales, cuando la mayoría necesaria es de 21). Y la capital catalana –donde el alcalde Trias no tiene pacto estable– es clave para CiU ya que la ciudad –potente económicamente gracias a la anterior gestión socialista hasta hace cuatro años– sirve de pulmón a las apuradas finanzas de la Generalitat. Si CiU pierde Barcelona tendrá una catástrofe política y financiera.
Y Xavier Trias no las tiene todas consigo porque las fuerzas emergentes –Podemos y Ciudadanos, que no son soberanistas– parece que van a tener una fuerte presencia en el futuro consistorio. Trias es un hombre conciliador, de temperamento centrista (a ratos le gusta calificarse como socialdemócrata), que ha hecho una gestión prudente, poco rupturista respecto a las anteriores Administraciones socialistas –pero con un horizonte menos ambicioso (nada de grandes proyectos de ciudad como el Fórum 2004 o los JJ.OO. del 92)–, pero muy atenta a la mejora urbana de la ciudad, especialmente de los barrios centrales donde vive el electorado de clase media que constituye el núcleo central del electorado convergente.
Las encuestas predicen un descenso de CiU que podría bajar de 14 a 10 concejales, debido a la caída generalizada de la coalición nacionalista y a la eclosión de la protesta social tras los años de crisis. Y según las encuestas, disputándole la victoria no está ya el PSC –que gobernó la ciudad ininterrumpidamente desde 1979 al 2010–, sino una coalición más a la izquierda formada básicamente por Podemos y los ecosocialistas de ICV y dirigida –al parecer con mano de hierro– por una activista social, Ada Colau, que se dio a conocer en la lucha contra los desahucios.
Dura pugna en Barcelona por el primer puesto entre CIU y la coalición Podemos-ICV
Las últimas encuestas predicen un posible empate a 10 concejales entre Trias y la izquierda radical de Colau, y el propio alcalde no niega este escenario. Cree que el miedo al radicalismo de Colau (superior al de ICV, la IU catalana) puede convertirle en el refugio de todo el voto moderado y de orden. El problema para Trias es que también puede favorecer la concentración del voto de izquierda en Barcelona en Común (el nombre de la coalición de ICV-EUA, Podemos y otros grupos).
Pero el duelo solitario en cabeza entre Trias y Colau tampoco es del todo seguro y Trias está preocupado. Para llegar en primera posición y superar los nueve o diez concejales que le da la encuesta de la semana pasada de El Mundo necesita captar el máximo posible de voto moderado y de orden, sin distinción ideológica o partidaria. Y aquí es donde el actual independentismo de CiU puede perjudicarle. En efecto, si Trias levanta la bandera independentista en exceso –como hace la actual dirección convergente–, el voto moderado no independentista de centro-derecha o centro-izquierda podría huir hacia Ciudadanos –al que las encuestas dan una fuerte subida pese a que presenta una candidata poco conocida- o hacia el PSC, el contrincante tradicional. Entonces Colau podría ser la primera e incluso ser investida alcaldesa –en ausencia de difíciles pactos alternativos antes de las elecciones catalanas– como la lista más votada. Un desastre para Trias y para Mas. La gran pesadilla de los dirigentes de CiU.
Por eso Trias –político calculador– no ha dudado en hacer striptease el pasado fin de semana ante la católica Cadena COPE afirmando que deseaba unas elecciones en clave municipal y alejadas del agitprop independentista: “No me conviene que las elecciones tengan un tono soberanista y Artur Mas no las quiere convertir en eso porque sabe que a mí no me conviene».
Mas sabe que estas elecciones, si es por mí, serán municipales”. Y preguntado directamente por la independencia… contestó sin contestar: “Si esto posibilita tener una situación económica mucho mejor que la actual, querrá decir que todos viviremos mejor”. Vale, ¡tres hurras por el pragmatismo centrista de Trias! Y los dirigentes de CDC le han seguido, no sólo la moderada portavoz Mercè Conesa –alcaldesa de San Cugat del Vallès, el municipio de renta per cápita más alta de Cataluña–, sino también Josep Rull, el coordinador general de CDC que es el referente “serio” del ala independentista del partido.
Trias teme que el independentismo divida el voto moderado y favorezca al PSC y a Ciudadanos. Aboga por bajar el tono
El problema es que el interés táctico de Trias y de CDC (avalado por Mas) choca frontalmente con el espíritu, si no la letra, de la hoja de ruta independentista firmada el pasado 30 de marzo con ERC, la ANC y Òmnium. La ANC ha dicho el pasado fin de semana que ve las municipales como las primarias de las plebiscitarias del 27 de setiembre. ¿Cómo reaccionarán ERC y la ANC a estas “vacaciones plebiscitarias” que CDC –presionada por Trias– parece querer imponer hasta el 24 de mayo? Y precisamente Trias tiene una prueba de fuego el próximo viernes 24 de abril cuando la ANC ha convocado un gran acto con todo el aforo ya comprometido en el Sant Jordi (el local de los magnos mítines políticos) para apoyar a todos los candidatos independentistas a las alcaldías de Barcelona.
¿Qué hará Trias? Si no va, arriesga perder (y hacer perder a otros candidatos convergentes) voto independentista a favor de ERC. Si va, puede alentar el trasvase de voto a la candidatura de Collboni (PSC) o la de Ciutadans. ¿Irá, no irá, tendrá algún viaje programado al extranjero para vender Barcelona o intentará ser poco fotografiado? Trias es hábil y gato viejo, pero el independentismo es hoy un uniforme demasiado visible y, tras la apuesta de Mas, Trias (y otros alcaldes convergentes) pueden salir escaldados. Tanto si se lo ponen como si se escabullen.
Pero la batalla entre Trias y Colau es sólo la primera estación de la batalla por Barcelona. En efecto, la fragmentación hará pasar de los cinco grupos actuales (PPC, CiU, ERC, PSC e ICV) a seis o siete (PPC, CiU, ERC, Ciudadanos, PPC, Barcelona en Común y seguramente las CUP). Y para formar una mayoría de gobierno sólido será necesario el pacto de posiblemente tres fuerzas. La lucha por el tercer puesto es también clave y se plantea bastante encarnizada entre el PSC (hoy el segundo partido), ERC y Ciudadanos.
El PSC tiene en su contra que ha estado desorientado por una lucha interna gran parte de la legislatura, pero es cierto que Jaume Collboni, elegido en primarias abiertas hace un año, ha revitalizado la opción, muestra gran dinamismo y ha elaborado una lista renovada en la que lleva de número dos a su oponente en las primarias, Carmen de Andrés, con tirón en el distrito más populoso y obrero de la ciudad, y de número seis al inteligente portavoz de ICV en el ayuntamiento durante los últimos años que ha sido excluido de la lista de Barcelona en Común por el entorno familiar (con fama de autoritario) de Ada Colau. Si Collboni consigue ser tercero, el PSC respirará tranquilo porque será decisivo en la formación del próximo gobierno municipal inclinándolo hacia una opción centrista (con Trias) o izquierdista con Barcelona en Común. Collboni y el propio Iceta no dudan en afirmar que su opción preferente sería por un pacto de izquierdas (con ICV), pero ponen bastantes más reparos a Barcelona en Común porque Ada Colau rechaza como reaccionarias las políticas desarrolladas durante muchos años por los alcaldes Serra, Maragall, Clos y Hereu con apoyo de ICV.
Gobernar la ciudad exigirá un complicado pacto a tres. El tercer puesto será decisivo y compiten el PSC, Ciudadanos y ERC
Iceta y Collboni creen que la reciente recuperación del PSOE con Pedro Sánchez (delante del PP y a sólo unas décimas de Podemos en la encuesta del domingo de El País) puede levantar la intención de voto a los alcaldes socialistas de la misma forma que el desorden y la decadencia del último Gobierno Zapatero contribuyó a la pérdida de Barcelona en las últimas municipales. Iceta piensa lo mismo que Felipe González –que hay que cerrar filas con Pedro Sánchez– y el líder socialista tiene una apretada agenda en Cataluña los próximos días (Tarragona, Lleida y Girona el jueves, L´Hospitalet de Núria Marín y el área metropolitana el viernes, y asamblea local del PSC con Iceta y Collgonia el sábado).
Pero el PSC tendrá que batallar duro porque en la reciente encuesta de El Mundo, Ciudadanos –el partido de moda en toda España en este momento– le adelantaba en algo más de un punto. También porque ERC aspiraba hasta hace poco a quedar incluso por delante de CiU. Pero el candidato de ERC, Alfred Bosch, diputado en Madrid y elegido en primarias por el apoyo de Junqueras, no tiene experiencia municipal, no se ha entendido con la ERC tradicional del ayuntamiento (Jordi Portabella) e incluso no ha conseguido incorporar a la lista a Jordi Martí, antiguo portavoz municipal del PSC que ha abandonado el partido tras un enfrentamiento con el aparato local del PSC y que sostiene tesis soberanistas moderadas.
Finalmente queda la incógnita del PPC, cuyo candidato, Alberto Fernández, es el político municipal con más currículo (con la excepción de la nueva secretaria de organización del PSC, Asumpta Escarp, que abandona el ayuntamiento) y que conoce bien la ciudad. Pero Alberto Fernández está hoy penalizado por la mala imagen general del PP y sufre una importante erosión de voto (similar en toda España) hacia Ciudadanos. Es posible que, como ha pasado otras veces, el PPC tenga voto oculto y que Fernández –gato viejo que presenta un programa centrado en los aspectos sociales– logre remontar y no tenga la pérdida de 4 concejales que le vaticinan las últimas encuestas. Pero no es seguro porque hasta ahora Ciudadanos nunca había saltado la barrera de entrada a Barcelona.
Lo más probable es que tras el 24-M y hasta el 27-S no se forme un equipo estable y gobierne la ciudad en precario la lista más votada. Luego la formación de una mayoría de gobierno sólida con tres socios será difícil porque las tres coaliciones que suman tienen serias contradicciones y contraindicaciones. Una sería la de Trias, PSC y ERC; otra la de Trias-PSC y Ciudadanos y la última la de Barcelona en Común, ERC y PSC. Lo que pasa es que las dos primeras son muy difíciles por la difícil convivencia PSC-ERC o CiU-Ciudadanos, y la última, la de izquierdas, es quizás más complicada porque la coalición de Ada Colau hace campaña criticando la obra de gobierno de los tradicionales ayuntamientos de progreso de la ciudad.
El resultado final puede ser una Barcelona con graves problemas de gobernabilidad que sería la estación previa a una Cataluña ingobernable tras las elecciones de setiembre. ¿Le seguiría una España también ingobernable a finales del 2015?