Fernando Garea-EL CONFIDENCIAL

  • Las elecciones autonómicas pueden determinar la legislatura, sobre todo, si no ganan ni ERC ni PSC y si el partido de Casado se ve relegado por Ciudadanos y la formación de Abascal

Cuando hace un año se formó el Gobierno de coalición, estaba claro que uno de los asuntos que dominarían la agenda política sería Cataluña. De hecho, en su composición se distinguían trazas de la estrategia futura para unas elecciones catalanas que se veían próximas. La presencia de Salvador Illa en el Ministerio de Sanidad se interpretó como la apuesta por quien sería el muñidor de una hipotética mesa de partidos y como futuro cabeza de lista del PSC tras la operación frustrada por ERC para situar a Miquel Iceta en la presidencia del Senado.

 La pandemia lo ha alterado todo, pero Cataluña sigue estando en el foco de esa agenda política, tanto como que el resultado de las elecciones del 14 de febrero puede determinar la legislatura que arrancó hace un año. Y, además, la decisión de hacer a Illa candidato mezcla el efecto del coronavirus y esas elecciones autonómicas.
Para el futuro de la legislatura hay dos variables que, según coincidan distintas fuerzas políticas, pueden convertirse en una especie de tormenta perfecta que lo altere todo en casi todos los espectros políticos: que JxCat, el partido de Carles Puigdemont, sea el más votado y que la lista de Vox supere al PP.Ninguna de las dos situaciones está aún claramente en los resultados de las encuestas, pero se vislumbra en algunas como tendencia cada vez más posible y como riesgo cierto de esos comicios. Al menos, PSOE y PP comparten la pesadilla de que ese sea el resultado de esos comicios, porque afectaría de manera determinante a la legislatura.

 La primera supondría que la lista de Puigdemont sería hegemónica en el soberanismo y la llamada a intentar formar Gobierno en la Generalitat, lo que arruinaría los planes de Pedro Sánchez y su apuesta de riesgo con Illa al frente de la lista de los socialistas.
Fuentes del PSC confían también en la división del bloque independentista, especialmente del espectro más próximo a JxCat, afectado por la escisión de PdCat y PNC, entre otros. Explican que hay una oportunidad histórica de dar un giro en Cataluña y buscar soluciones dialogadas desde la presidencia de la Generalitat, convirtiendo a los socialistas en receptores del voto útil frente a la salida unilateral.
 

El temor al sorpaso de Vox condiciona la campaña electoral del Partido Popular y el tono de sus mensajes
La segunda afectaría a los planes de Pablo Casado para intentar liderar claramente la derecha y el centro-derecha, absorbiendo a Ciudadanos y reduciendo a Vox al mínimo posible. Dirigentes del PP admiten ese riesgo y aseguran que es lo que explica algunos movimientos para intentar reducir a escombros a Ciudadanos.
Hay que tener en cuenta que la jugada política de la opa del PP a Ciudadanos y el distanciamiento de Vox podría tener luego repercusión en los gobiernos autonómicos y municipales que comparten ambos partidos y que apoya la formación ultraderechista. El temor al sorpaso condiciona la campaña electoral del PP y el tono de sus mensajes.
Otra variable posible de ese resultado sería que los independentistas no pudieran completar mayoría para gobernar y que el PSC tampoco pudiera hacerlo con el resto de partidos y que, tras un periodo de nueva inestabilidad, hubiera que esperar unos nuevos comicios en Cataluña. De hecho, una victoria del PSC requeriría del (complicado) apoyo de ERC para formar Gobierno, porque es casi imposible que pueda sumar con Ciudadanos y PP. Pero esta hipótesis de la falta de mayorías ya corresponde a la siguiente pantalla.Respecto al Gobierno, el escenario ideal para Sánchez sería, obviamente, que ganara el PSC o, como segunda opción, que ERC liderara el Ejecutivo de la Generalitat. Podría tener continuidad la política de acuerdos con el partido de Oriol Junqueras para sustentar en el Congreso al Gobierno de coalición y avanzar en la salida política para Cataluña, una de las principales aspiraciones de Sánchez desde que ganó la investidura hace un año.

La victoria de Puigdemont haría, en primer lugar, inútil la designación de Illa como candidato, tras asumir el riesgo de cambiar al ministro de Sanidad en plena pandemia y campaña de vacunación.
Todas las encuestas muestran un ascenso del PSC tras la designación de Illa, pero podría ser inútil si le deja solo como diputado de la oposición en el Parlament.Supondría también la derrota de ERC, tras ir en cabeza en todas las encuestas, como ocurrió en diciembre de 2017 en las circunstancias especiales de la aplicación del 155. Y por consiguiente, el fracaso de actuales dirigentes que —como Junqueras, Aragonés o Rufián— han apostado por los acuerdos con el Gobierno central hasta convertirse en el principal apoyo parlamentario de Pedro Sánchez. Peligraría el bloque que se formó para los Presupuestos del Estado y que tenía voluntad de mantenerse durante la legislatura, según admiten miembros del Gobierno.

 El escenario negro para el Gobierno de coalición se completaría con una posible nueva dinámica de confrontación entre Cataluña y el Estado y la dificultad para poner en marcha la mesa de diálogo. Hay que recordar que esa mesa solo se reunió una vez y que el anterior presidente de la Generalitat, Joaquim Torra, fue quien boicoteó los intentos de reunirla.
Por todo ello, en el Gobierno y en el PSOE hay quien expresa el temor de que la llegada de Illa, que ha hecho saltar por los aires el tablero electoral catalán, tenga ese efecto colateral si moviliza a los independentistas en torno a JxCAT, para evitar la victoria del PSC, y resta votos a ERC. Es decir, que la polarización perjudique a la lista de Pere Aragonès.

 El «tesoro naranja» serían los votos de Cs en 2017, que pueden ir para PSC, PP y Vox
 Por el momento, hay sondeos que muestran un empate técnico entre JxCAT, ERC y PSC en torno al 19%, con tendencia al alza de los de Puigdemont y los de Illa y estancamiento de ERC. Fuentes del PSC explican que el objetivo del desembarco de Illa es fundamentalmente hacerse con los votos de Ciudadanos.
 José Pablo Ferrandiz, investigador principal de Metroscopia, habla del «tesoro naranja» en referencia a los votos de Ciudadanos en 2017, cuando ganó con un resultado espectacular que reunió votos de los llamados constitucionalistas, españolistas o unionistas, desde los comunes al PSC y el PP, para evitar la victoria independentista.
El CEO (el CIS catalán) ya mostraba que el PSC tiene un voto fiel y además es capaz de atraer a un 7% de votantes de Ciudadanos (unos 100.000 votos). Otros 100.000 votos de Ciudadanos se van a VOX y al PP, especialmente al partido de Santiago Abascal, según explica Ferrandiz. En esos votos está la temida opción del sorpaso.
 Por eso, está en juego el reparto del 40% de los votantes (unos 400.000) de Ciudadanos que, según los sondeos, se manifiestan indecisos, es decir, dudando si van a votar y a quién. La candidatura de Carlos Carrizosa solo retiene un tercio de sus votantes de 2017.Ferrandiz interpreta que el movimiento de Illa busca esos votos, lo que hará difícil que arrebate más a En Comú Podem, que parece tener un suelo sólido, o a ERC. Según su análisis, no es probable un trasvase de votos entre bloques. La última encuesta del CEO, realizada con Iceta como candidato, señalaba que hoy por hoy solo el 0.6% de los votantes de ERC votarían al PSC, mientras que un 2.3% de votantes del PSC votaría a ERC. Falta, por tanto, medir el efecto de Illa.

 El PSC sí admite que va abiertamente a por los votos de ERC y se basa en estudios que explican que hasta un 15% de votantes de este partido ven con buenos ojos a Ila.
Otra variable es la de la participación, que fue muy elevada en 2017 porque se planteó en términos de plebiscito trascendente. Ahora, los sondeos detectan mayor movilización en el bloque independentista; y de hecho, uno de los efectos que busca la operación Illa, según el PSC, es precisamente movilizar al electorado no soberanista. La encuesta oficial catalana detectaba un 68% de participación posible, 14 puntos menos que en 2017

Uno de los efectos buscados con la candidatura de Illa es romper el eje independentismo/constitucionalismo

Otro factor a tener en cuenta es el del eje de discusión por el que discurrirá la campaña. Básicamente, si el debate se centra en la independencia o el soberanismo será más difícil que el PSC arañe votos en el otro bloque, mientras que si se centra en asuntos como la gestión de la pandemia los socialistas pueden salir beneficiados, según el análisis de Ferrandiz.
Fuentes del PSC explican que, precisamente, ese es también uno de los efectos buscados con la candidatura de Illa, es decir, romper el eje independentismo/constitucionalismo, con una agenda más transversal que les permita crecer también con votos de ERC o de catalanes desencantados por el ‘procés’ o que hayan aparcado ese asunto en sus prioridades.
 «Se trata de vender gestión, de pasar de ministro a ‘president’ de la Generalitat casi sin actos de campaña«, explica un destacado miembro del PSC, para describir esa estrategia de los socialistas catalanes. El efecto colateral de esa estrategia, no obstante, podría ser el ya mencionado: facilitar el triunfo del partido de Puigdemont, favorecido por la polarización y por la caída de ERC.