Troitiño estaba allí

ABC 24/06/14
JAIME GONZÁLEZ

Dicen que estamos subidos a lomos de un tiempo nuevo. Puede que sea verdad, pero ver caminar al etarra Troitiño –pantalones rojos y cazadora verde– por las calles de Londres en libertad condicional me obliga a desandar la memoria y a recorrer las aceras donde la sangre se desparramaba a borbotones. No lo puedo evitar: los pantalones rojos y la cazadora verde de Troitiño me parecen la versión contemporánea del espanto, el atuendo de un horror posmoderno.

Es verdad que Troitiño, autor de 22 asesinatos y condenado a casi 3.000 años de cárcel, cumplió una pena de 24 en España, pero también lo es que huyó de la Justicia en 2011, aprovechando un error. En junio de 2012, fue detenido en la capital británica con seis DNI, dos permisos de conducir y dos tarjetas sanitarias, todos ellos falsos y supuestamente suministrados por el aparato logístico de ETA. Como a otros tantos terroristas, la sentencia de Estrasburgo que liquidó la doctrina Parot convirtió el rostro de Troitiño en una provocadora afrenta: su sonrisa tiene un punto intolerable de sarcasmo, un aire de estulticia que te agrede con mirarle. Su indumentaria es roja y verde, colores que revelan hasta qué punto no le importa que le reconozcan por la calle, como si disfrutara llamando la atención y se pavoneara de ser un asesino.

Dicen que estamos subidos a lomos de un tiempo nuevo. Puede que sea verdad, pero la vileza no expira, ni caduca la maldad. De rojo y verde, Troitiño es una hiena, aunque lo políticamente correcto sea vaciar la memoria y resetear las coordenadas del olvido para poner a cero el contador de la infamia. Yo no lo haré jamás, porque recorrer las aceras donde la sangre se despamarraba a borbotones me ayuda a distinguir el bien del mal. Es lo que tiene ser un reaccionario: que cuanto más me obligan a mirar hacia adelante, más me reconforta el recuerdo. No hay como viajar en el tiempo para detenerme en 1986 en la plaza de la República Dominicana. Veo un autobús de la Guardia Civil y los cuerpos triturados de doce agentes: Carmelo Bella, José Calvo, Miguel Ángel Cornejo, Jesús María Freixes, Jesús Jiménez, Andrés José Fernández, José Joaquín García, Santiago Iglesias, Antonio Lancharro, Javier Esteban, Miguel Ángel de la Higuera y Juan Ignacio Calvo. Troitiño –esa hiena roja y verde que hoy es la versión contemporánea del espanto– estaba allí. Y lo peor es que lo imagino sonriendo.