«Todo el mundo sabe lo que significa. Hemos hablado de esto durante mucho tiempo», dijo Trump tras firmar la orden ejecutiva en el Despacho Oval. «Lo que acabamos de hacer es una gran cosa para los trabajadores estadounidenses», añadió el presidente.
Con la decisión de sacar a Estados Unidos del TPP, Trump abre una guerra comercial con sus hasta este momento 11 socios del Pacífico, que deberán ahora negociar con Washington de forma bilateral cualquier relación comercial.
El mandatario también quiere renegociar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA, por sus siglas en inglés) con México y Canadá, que entró en vigor durante el Gobierno del ex presidente demócrata Bill Clinton.
«América, primero», volvió a repetir ayer Trump, será el dogma nacionalista, proteccionista y contrario a la globalización que regirá su Presidencia. El republicano se presenta como el protector de los trabajadores estadounidenses frente a los malos acuerdos comerciales multilaterales negociados en el pasado.
Y, precisamente, como el proteccionismo comercial fue uno de los ejes de su campaña electoral, con su primera medida económica Trump quiso romper décadas en Washington a favor de políticas en favor del libre comercio y del libre mercado.
El TPP, uno de los acuerdos estrella, de la Administración Obama, es el tratado más grande de libre comercio entre varios países de la cuenca del Pacífico. Fue firmado en febrero de 2016 entre Estados Unidos y 11 países de la región, entre ellos, Japón, México, Chile, Australia, Canadá y Perú. Juntos representan el 40% de la economía mundial, el 30% de las exportaciones globales y el 25% de las importaciones. Y abarca a 800 millones de consumidores, el doble que la Unión Europea. En el acuerdo no está incluida China, el gigante asiático.
Con la firma de este acuerdo, Obama no sólo buscaba crear la mayor zona económica global, sino también aumentar la influencia de Estados Unidos en Asia y contrarrestar al mismo tiempo el peso de China.
Durante la campaña electoral, el TPP se convirtió en la bestianegra tanto de Trump como de su rival en las urnas, la demócrata Hillary Clinton.
El TPP es «un potencial desastre para nuestro país», dijo Trump durante la campaña electoral, quien ya adelantó entonces que prefiere acuerdos bilaterales que protejan más a los trabajadores estadounidenses.
El decreto de Trump –su primera gran medida económica– tiene un significado simbólico. El acuerdo comercial con el Pacífico contaba con un fuerte oposición en el Congreso, que debía ratificarlo. Trump manda así una señal al resto de países de que negociará duro en materia comercial.
La decisión de Trump de sacar a Estados Unidos del TPP fue aplaudida por el ala izquierda del partido demócrata y por los sindicatos, que se oponían al tratado, al considerar que las protecciones laborales y ambientales no eran lo suficientemente fuertes.
«Estoy contento de que el Acuerdo Transpacífico esté muerto y no exista más», dijo el senador Bernie Sanders, ex candidato presidencial demócrata. «Ahora es el momento para desarrollar una nueva política comercial que ayude a las familias trabajadoras, no sólo a las multinacionales. Si el presidente Trump es serio sobre una nueva política para ayudar a los trabajadores estadounidenses estaré encantado de trabajar con él», añadió Sanders, situado a la izquierda de Hillary Clinton.
Sin embargo, el senador republicano John McCain consideró «un grave error» sacar a EEUU del TPP. El senador, que pertenece al mismo partido que Trump, advirtió que esto podría tener «consecuencias duraderas para la economía de EEUU y nuestra posición estratégica en la región Asia-Pacífico». Según McCain, «esto manda una señal inquietante de la retirada de EEUU en la región Asia-Pacífico en el momento menos propicio».
Para EEUU, el TPP representaba el pacto más importante desde 1993, cuando Washington firmó junto a Canadá y México el Nafta.
Pero a Trump tampoco le gusta el Nafta, cuya aprobación supuso una victoria para Bill Clinton, después de una dura batalla en el Congreso. Este acuerdo trilateral, del que dependen el 80% de las exportaciones mexicanas, es el «peor acuerdo comercial de la historia», según dijo el presidente durante la campaña electoral.
Trump ya avanzó el domingo que comenzará pronto a renegociar con México y Canadá el Tratado Norteamericano de Libre Comercio. Trump tiene previsto reunirse el próximo 31 de enero con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, y pronto lo hará con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.
Por otro lado, Trump prometió el lunes a los estadounidenses recortes «masivos» de impuestos para las empresas y la clase media, durante una reunión en la Casa Blanca con líderes empresariales, entre ellos ejecutivos de compañías como Lockheed Martin, Ford y Tesla.
«Vamos a recortar impuestos masivamente tanto para la clase media como para las compañías», anunció Trump, quien precisó que los impuestos bajarán hasta un rango de entre el 15 y el 20% frente al 35 o 38% actual.
El republicano también prometió eliminar las regulaciones y promover un comercio «justo» con los demás países. «Creemos que podemos reducir las regulaciones en un 75%, tal vez más», adelantó el presidente, al tiempo que precisó a los empresarios con los que estaba reunido –quiere mantener este tipo de encuentros cada tres meses– que habrá «importantes» aranceles para aquellas compañías que fabriquen fuera de EEUU.
Trump también firmó una orden para congelar las contrataciones del Gobierno federal, exceptuando las de Fuerzas Armadas.
Las reacciones a las primeras medidas económicas de Trump no se hicieron esperar. El presidente de México, Enrique Peña Nieto, instó a preservar el libre mercado con Canadá y EEUU y a mantener el comercio entre estas tres naciones vecinas libre de aranceles.
«Los intercambios comerciales entre los tres países han de estar exentos de cualquier arancel o cuota, como ha ocurrido desde 2008», declaró el mandatario en un mensaje desde la residencia oficial de Los Pinos.