EL MUNDO – 03/07/15 – SANTIAGO GONZÁLEZ
· Está visto que no se puede hacer un chiste sin que alguien encuentre en ello una guía para la acción. Un suponer, a propósito de la aventura del concejal Zapata y la tonta analogía que una parte de la opinión publicada hizo entre sus chistes en Twitter y los que alguna vez hemos contado todos en barra de bar entre amigos, incurrí en el viejo chiste del que protesta ante su expulsión de la piscina por mear en el agua; «lo hace todo el mundo», a lo que le replican: «sí, pero no desde el trampolín».
No habíamos conocido los pormenores del equipo de Gobierno de Ada Colau, cuya jefa de prensa se fotografió en la mediana de la Gran Vía de Murcia, esparrancada (qué ganas tenía de escribir este participio) con la falda arremangada y echando una meada grandiosa, como para hacer charquito.
Águeda Bañón–a veces el nombre imprime carácter– había sido actriz postporno y Ada Colau pensó que tenía el currículo adecuado para coordinar la comunicación del Ayuntamiento que preside. Ya había escrito León Felipe que para enterrar a los muertos como debemos/ cualquiera vale, cualquiera/ menos un sepulturero. La propia Ada presidió la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) sin haber tenido una en su vida. Los mejores méritos, como los mejores recuerdos, son siempre los inventados.
Ya se empiezan a apuntar argumentos pro Bañón por parte del club de amigas de Ada Colau, ignorando la básica distinción entre privado y público, lo alto del trampolín como metáfora: «al fin y al cabo todas meamos, ¿no?» Uno cree que es una venturosa coincidencia que las dos capitales mayores de España tengan al frente de sus respectivas actividades comunicativas a Rita Maestre y Águeda Bañón. Cuando Mas fracase en su tonta aventura equinoccial, ambas podrían protagonizar un jumelage, un acto de hermanamiento entre Madrid y Barcelona. Uno propondría que Rita, la proto femen madrileña, fuese por delante con sus tetas, por dos razones. La primera es que la modelo de Delacroix queda más airosa en plan vanguardia. La segunda, que en el caso de ir detrás se vería obligada a pisar sobre mojado. Sin contar que sus paradas de charquito harían recordar a Woody Allen con su violonchelo y su silla en el pasacalles de Toma el dinero y corre.
Pero la que está haciendo charcos de verdad es la alcaldesa, que acaba de paralizar la concesión de licencias a 30 grandes proyectos hoteleros, entre los que destacan el hotel de lujo que la cadena Hyatt iba a levantar en la torre Agbar y el que se iba a construir en la torre Deutsche Bank. Han paralizado los proyectos «para abrir un proceso de reflexión pausado y ordenado». No sé yo si es una actitud muy constructiva la de parar las cosas para pensar en ellas. El Ayuntamiento de una capital como Barcelona debería ser gestionado por un equipo que llegara al Consistorio reflexionado desde casa, no como becarios llenos de buena voluntad. Tendremos ocasión de comprobar el efecto de su gestión en el sector turístico y en otros. El paso de Colau por la Alcaldía dejará huella, (o charcos) ya verán.