LA RAZÓN, 12/4/12
MADRID- ETA ha adoptado una decisión cuyo alcance se desconoce por el momento. La acumulación de una serie de indicios hacen sospechar a los expertos consultados por LA RAZÓN que la banda ha tomado el control del «proceso» y se dispone a llevarlo adelante, con una combinación de presiones y silencios, según le convenga en cada momento.
A finales de enero, o primeros de febrero, la banda debió celebrar una reunión de su «dirección» con el fin de analizar la marcha de la «hoja de ruta» que, durante la anterior legislatura, pactaron con socialistas y nacionalistas.
La conclusión, según las citadas fuentes, recogidas en el último documento de la banda conocido (el EKIA 17, en el que se dan instrucciones a los presos), es la de que el Gobierno del Partido Popular no va ceder a las exigencias de la banda, entre ellas las que afectan a los reclusos.
Además de las que hayan podido llegar por vías «privadas» o «intermedias» (no hay que olvidar el papel que los socialistas encomendaron a los llamados «mediadores», cuya figura más destaca es el sudafricano Brian Currin, aunque hayan sido personalidades noruegas las que llevaron el peso de las negociaciones), ETA ha mandado ya su siniestra «tarjeta de visita» al Ejecutivo de Madrid.
La estrategia socialista
Los datos, según las citadas fuentes, se acumulan, guste o no a los que, a estas alturas, se empeñan en defender ante el Gobierno de la Nación que la estrategia diseñada por los socialistas, con fines electoralistas, era la correcta: resurgimiento del terrorismo callejero («kale borroka»); endurecimiento de los mensajes que, día a día, transmite la llamada «izquierda aberztale»; malestar de los presos, cada vez más radicalizados, incluso contra los «corbatasunos» de Bildu y Amaiur, y sus sillones en las instituciones; incremento de la actividad del «aparato logístico-militar», con el robo y destrucción de coches; y el silencio de ETA en la fiesta de exaltación separatista del «Aberri Eguna».
Es cierto que, en alguna ocasión, la banda no hizo público uno de sus dos comunicados de «reglamento», el del «Gudari Eguna» («Día del Soldado Vasco») y el citado de la conmemoración de la jornada de la «Patria Vasca».
Los análisis que hacen los expertos varían y van desde los problemas operativos por la clandestinidad (el último comunicado, dirigido al Gobierno francés, estaba fechado el 22 de febrero y fue hecho público el 8 de marzo), hasta los que piensan que es la «última» concesión que ETA hace a su brazo político (Batasuna) para que pueda «vender» una apariencia del «fin definitivo de la violencia».
Sin embargo, lo que está detrás de un hecho tan relevante (al menos para el mundo del separatismo vasco) es la crisis que existe en el seno del mundo de ETA, en el que, tras la «Primavera de Ayete» (por la de la Conferencia Internacional, que supuso el nivel más alto alcanzado por Batasuna, gracias al apoyo de socialistas y nacionalistas) se ha vuelto a la realidad de la política española, propiciada por la mayoría absoluta obtenida por el PP, que ha llevado a Rajoy a la Presidencia del Gobierno.
La peor hipótesis
A ETA, de una manera irresponsable, se le había transmitido, por parte de los «mediadores», que el «proceso» continuaría y que los presos, a corto y medio plazo, serían trasladados al País Vasco y Navarra, como paso previo a su excarcelación. Se utilizaba el nombre de Rajoy y el del PP de manera irresponsable, pero, subrayan las fuentes consultadas, eso ya no tiene solución.
Lo que hay que hacer ahora –agregan– es trabajar contra ETA con la peor de las hipótesis. Siempre que se ha hecho así, se ha acertado, aunque para algunos resulte lamentable, por lo que han apostado en el «proceso». Lo contrario sería perder el tiempo y dar ventajas operativas a los terroristas. La continuidad en la cárcel, o liberación, de Arnaldo Otegi (pendiente del Tribunal Supremo); y la legalización o no de Sortu (del Tribunal Constitucional), son dos factores que Batasuna ha esgrimido ante ETA para que no publicitara (en el «Aberri Eguna», por ejemplo) su malestar por el «parón» del «proceso», pero la presión de los pistoleros y de los presos crece día a día.
LA RAZÓN, 12/4/12