EL CONFIDENCIAL – 29/01/17
· Quien peor lo tiene es Puigdemont que, si no convoca referéndum para septiembre o no tiene previsto todo el mecanismo en mayo, obtendrá como respuesta la retirada del apoyo ‘cupero’.
La luz verde de la CUP a los presupuestos catalanes es un espejismo. Lejos de apaciguar las aguas de la política catalana, lo cierto es que añade un punto de presión que la pueden hacer insoportable. Las consecuencias no solo serán para el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que a estas horas está prisionero de los votos de los anticapitalistas, sino que tendrá consecuencias en la propia organización de la CUP. “Se ha alimentado una tensión interna soterrada. Y en septiembre puede haber una batalla campal si no hay referéndum”, anuncia a El Confidencial una fuente interna relacionada con el ala dura de esta formación.
Quien peor lo tiene, de momento, es Puigdemont, que tras la luz verde ‘cupera’ sacaba pecho anunciando que “ahora comienza el tiempo de descuento” (en realidad, señaló que comenzará el 6 de febrero, fecha del comienzo del juicio contra Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau por desobediencia al TC). Lo hacía con un no contenido aire triunfalista ante el consejo nacional del PDeCAT, mientras lanzaba arengas contra el Estado español y contra el rey emérito. Claro, que no habló de la amenaza clara y contundente de la CUP de que, si no convoca referéndum para septiembre o no tiene previsto todo el mecanismo en mayo, obtendrá como respuesta la retirada del apoyo de los anticapitalistas y se verá abocado a convocar elecciones anticipadas.
El portavoz de la CUP, Quim Arrufat, fue meridianamente claro en su comparecencia de este sábado ante la prensa: “No es un sí a todo. Es un sí condicionado a que se convoque un referéndum en septiembre. Este es el plazo”. Por tanto, es un sí envenenado, un sí cargado de intención y de peligro: ahora, Puigdemont está completamente en manos de la CUP.
¿Y cómo podrán los anticapitalistas forzar la sumisión del ‘president’? “Si el referéndum no se celebra, los diputados de la CUP dejarán de asistir al Parlamento, aunque no abandonarán sus escaños”, confirma a El Confidencial una fuente interna de la formación anticapitalista. Esa es la propuesta que ya se ha puesto esta semana encima de la mesa. La amenaza podría ser mortal para Puigdemont: en ese caso, se quedaría con 62 diputados en la cámara, mientras que la oposición sumaría 63 escaños. O sea, el Gobierno quedaría en minoría y no podría aprobar ni una sola ley sin ceder ante la oposición. “Es dejarlos tirados y que pierdan todas las votaciones”, subrayan desde la organización anticapitalista.
Sería muy difícil para el Gobierno encontrar un socio alternativo y seguir con la legislatura. Lo que lo convierte en doblemente prisionero de la CUP.
“Somos conscientes de que eso es dejar a Convergència a los pies de los caballos, pero ellos se lo habrían buscado”, añaden las fuentes. Además, a estas alturas sería muy difícil para el Gobierno poder encontrar un socio alternativo para seguir con la legislatura, ya que hasta ahora ha rechazado abrir vías de diálogo alternativas a las de la CUP. Es, pues, doblemente prisionero de los anticapitalistas.
Pero las matizaciones y el ultimátum de Arrufat no logran ocultar las divergencias dentro de la propia CUP. Los dirigentes de esta organización no pueden cantar victoria. El triunfalismo con el que Arrufat anunció la luz verde a los presupuestos y sus draconianas condiciones esconden una verdad inquietante: el núcleo duro de la organización afila cuchillos. “Se ha dejado que los blandos tomen las riendas y asuman las decisiones. Así, la responsabilidad será suya y luego deberán rendir cuentas. Si se ha hecho todo esto y se han asumido unos presupuestos que no son nuestros para que luego no se convoque el referéndum… eso ha de tener consecuencias”, explican a El Confidencial las fuentes citadas.
Rodarán cabezas
Ese será el momento, pues, de ajustar cuentas internas también dentro de la CUP. En los últimos meses, aseguran las fuentes, el núcleo duro, articulado en torno a la organización Endavant, ha dejado hacer, mientras que Poble Lliure, a quien se identifica como el sector de los ‘blandos’, ha reforzado su poder. De hecho, en noviembre pasado ya comenzaron rumores sobre una cierta tensión interna e incluso el aviso de que la cabeza de Anna Gabriel, una de las diputadas más destacadas y puntal de Endavant, tenía puesto precio. “El núcleo duro estaba dispuesto a irse de la CUP si Anna era decapitada. Y su estrategia ha sido la de ceder posiciones a favor de los ‘blandos’, pero en el futuro pueden cambiar las tornas”, explican las fuentes.
Si Puigdemont no puede finalmente convocar su referéndum vinculante, será el momento de pasar cuentas: “Rodarán cabezas del secretariado, que nadie lo dude –señala una de las fuentes–. ¿Se les ocurre dar luz verde a las cuentas de Convergència y rechazan las de Colau, alineada con muchas de nuestras tesis? Alguien debe pagar por esto”.
Lo que tienen muy claro los antisistema es que “el proceso acaba en septiembre, pase lo que pase. En ese momento, habrá referéndum o seguiremos como hasta ahora, pero lo cierto es que ya no podrá haber más excusas para acabar con el tema. Por eso gente partidaria del no a los presupuestos ha permitido votar sí en esta ocasión, para acabar con la interinidad permanente del proceso”.
Estas fuentes, no obstante, señalan que durante las últimas semanas, “da la sensación” de que han “colado” muchas cosas al Gobierno, que ellos no querían, pero eso es una falsa sensación. En realidad, buena parte de lo que se cedía era también petición de ERC, pero de cara a la opinión pública se lo ha llevado la CUP. “Mejor para nosotros”, sentencian estas fuentes.
EL CONFIDENCIAL – 29/01/17