La coincidencia en un mismo año de las elecciones locales y autonómicas -éstas sólo en algunas comunidades- con el final de la legislatura en las Cortes causará no pocos efectos si, como parece, meses después de los comicios del 28 de mayo tienen lugar las generales. Uno de esos efectos puede ser que el voto de castigo que afecte a los partidos en el gobierno de las instituciones no se haga efectivo en ambas convocatorias sino en una de ellas. En buena lógica sería en la primera. Es lo que temen presidentes autonómicos y alcaldes socialistas, y el menos malo de los escenarios que manejan en La Moncloa. Que sus votantes más críticos se desfoguen absteniéndose o incluso recurriendo a otras papeletas el domingo 28 de mayo, para volver a confiar en Pedro Sánchez cuando éste se someta al plebiscito ‘entre él y España’, en palabras de Núñez Feijóo. El cual alberga la esperanza de que un mal resultado para el sanchismo en las autonómicas y locales reduciría drásticamente sus opciones ante las generales. Una visión no exenta de voluntarismo por parte de los populares.
De quedar alguien descartado en mayo, es más fácil que sea Feijóo que Sánchez
Por doble vuelta se entiende las dos elecciones consecutivas que en los sistemas mayoritarios seleccionan en la primera a las dos candidaturas que en la segunda se disputan el escaño o cargo al todo o nada. Pero sirve de analogía para señalar que el 28 de mayo tendrá lugar una primera vuelta que en absoluto condiciona las posibilidades legales de quienes aspiren a ganar las generales, pero que sí podría lastrar sus opciones políticas. En este sentido, quien más se juega en los comicios locales y territoriales es el Partido Popular. Puesto que si no muestra una tendencia ascendente en las urnas de mayo le será más difícil llegar a octubre, noviembre o diciembre con aires de posible vencedor. En cambio, un revés del PSOE y de las demás izquierdas que no les resulte absolutamente catastrófico seguiría manteniendo sus opciones. De quedar alguien descartado para la segunda en esa primera vuelta, es más fácil que sea Alberto Núñez Feijóo que Pedro Sánchez.
El efecto probable de que, de haberlo, el voto de castigo se desahogue en mayo, y punto, alcanzaría también a Unidas Podemos. De producirse respecto al PSOE, el resultado dejaría al partido aún más en manos de Pedro Sánchez. Puesto que sería imposible demostrar que las pérdidas locales y autonómicas se deben al desgaste del presidente del Gobierno de España. Es casi seguro que Unidas Podemos salga a la baja de los comicios de mayo, a los que no se presentará el Sumar de Yolanda Díaz. Pero ello no se convertirá en ventaja política para ésta, tratando de salvar en las generales lo deshecho en mayo. Todo lo contrario, podría consagrar la división a la izquierda del PSOE. Y convertirse en el verdadero revés de Pedro Sánchez.