Un autorretrato

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 22/06/14

· Lo que realmente sienten vascos y catalanes es que son superiores. Pero no se atreven a decirlo.

No me molestó el hieratismo de Mas y Urkullu ante el discurso del nuevo Rey de España. Incluso se lo agradecí. Primero, porque estaban en su perfecto derecho a disentir, pese a ocupar la presidencia de sus respectivas comunidades gracias a la Monarquía que Felipe VI personifica, y, segundo, porque fue el retrato más elocuente de sí mismos, el selfie que mejor reflejaba la inutilidad de todo intento de aproximación, de entendimiento, de diálogo con ellos. La España plural, abierta, democrática de una monarquía constitucional no les satisface por la sencilla razón de que no se sienten españoles.

Quieren una nación distinta a la española. Algo que ni el nuevo Rey ni ningún gobierno puede ofrecerles porque sería tanto como pegarse un tiro en la sien. Y todas las vueltas que le demos o le den los constitucionalistas de prosapia o estampillados son inútiles. Se comprende entonces las caras largas de los señores Roca y Herrero de Miñón, muñidores de trampas legales. La proclamación del nuevo Rey no abrió la vía a las naciones vasca y catalana, ya que la Constitución que ellos redactaron admite solo «nacionalidades», junto a la «indisoluble unidad de la Nación española». O cambian la Constitución o cambian Mas y Urkullu, empecinados en el error (en esto, les sale lo español), pues ni Cataluña ni Vasconia fueron nunca reinos por sí solas. Aunque, repito, discutir con ellos son ganas de perder el tiempo.

Lo que nos devuelve al punto de partida: ¿por qué los nacionalistas vascos y catalanes no se sienten españoles? Porque nos sentimos distintos, responden. Otro embeleco. Todos los españoles nos sentimos distintos. ¿O son lo mismo un andaluz, un asturiano, un aragonés, un extremeño? Lo que realmente sienten vascos y catalanes es que son superiores. Pero no se atreven a decirlo porque el nacionalismo identitario adquirió mala fama después del experimento nazi. Aunque lo que de verdad les molesta es que el resto de los españoles, a los que hasta ahora solo veían como mano de obra barata y mercado de sus productos, de inferior calidad que los equivalentes extranjeros, se les estén aproximando debido al salto dado por bastantes comunidades españolas, que han aprovechado su autonomía para ponerse a la altura de los tiempos, en vez de malgastar sus esfuerzos en veleidades nacionalistas como ellos.

Es lo que llaman «envidia invertida»: la que siente el que está arriba hacia el que está abajo, pero se le acerca. Eso es lo que les hizo quedarse tiesos ante el discurso abarcador de Felipe VI y amenazar con marcharse si no se les permite conservar los privilegios tenían y aún tienen, gracias a los que conservan su ventaja sobre el resto. ¡Y todavía se atreven a pedir al nuevo Rey que les ayude a dejar de ser españoles! Está visto que el nacionalismo afecta también a las meninges. Bueno, eso ya lo sabíamos, pero no es políticamente correcto decirlo hoy en España.

En cuanto a los que se quejan de la falta de dignatarios extranjeros en la proclamación, no hace falta contestarles: son los mismos que, de haber venido, hubieran criticado el boato palaciego del ceremonial. Los de siempre.

JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 22/06/14