Un buen guión para el cambio

ALBERTO AYALA, EL CORREO – 20/06/14

· Felipe VI arranca su reinado con un discurso sobrio, profesional, pero carente de riesgos.

España completó ayer el primer relevo ordenado y democrático en la Jefatura del Estado en décadas. Diecisiete días después de que el Rey Juan Carlos I anunciara por sorpresa su decisión de abdicar la corona en su hijo, Felipe VI juró formalmente ante el Parlamento en su condición de Monarca constitucional.

Si la cuádruple crisis –económica, política, institucional y moral– que afecta a nuestro país no ha sido precisamente ajena a la decisión de Don Juan Carlos de ceder la corona, ayer marcó también la entronización de su hijo. Tanto en lo referente a la liturgia elegida para el acto como al contenido del discurso de apertura de reinado de Felipe VI.

En lo formal, el Rey quiso un acto austero, acorde a los tiempos de zozobra que viven millones de ciudadanos. Una jornada sin simbología religiosa, pero en la que Felipe VI eligió vestir de militar en lugar de hacerlo de civil, como sí habían hecho él y su padre la víspera en la abdicación. No es, sin duda, lo que le hubieran recomendado no pocos consejeros, ni parece lo más acorde a los tiempos. Pero con ello quiso mostrar ar su escrupuloso respeto a la otra condición que confiere la Constitución al monarca, la de capitán general de los ejérci- tos.

En sus veinticincoo mi-minutos de discurso el Rey desgranó un buen guión para el cambio que necesita este país. Lo hizo con pulcra profesionalidad, aunque con frialdad y sin asumir riesgos. Con cuidado exquisito en no desbordar los límites que la Carta Magna fija a la Monarquía parlamentaria, que reserva la política a los políticos.

La sociedad española reclama cambios hace tiempo. Cambios profundos y urgentes. Y la Corona ha querido ser la primera en dar el paso y en renovarse para el nuevo tiempo.

Felipe VI se mostró ayer consciente del deterioro de la institución. Por los tropezones de su padre y, sobre todo, por el comportamiento de su hermana Cristina y de su marido. Su antídoto para revertir la tendencia, recuperar el crédito y frenar las crecientes reclamaciones republicanas: una Corona «cercana a los ciudadanos» que prometió «íntegra, honesta y transparente».

Advertir y aconsejar

No podía el nuevo Rey, no está entre sus funciones, detallar la ‘hoja de ruta’ que debe seguir la política para lograr la regeneración del país. Tampoco quiso bajar al nivel de detalle al que, por ejemplo, sí llegó su padre en diciembre cuando habló de «actualizar nuestros marcos de convivencia», en una evidente referencia a una reforma constitucional. Felipe VI se escudó en las «aspiraciones de los españoles, en especial de los hombres y mujeres de mi generación» para aportar su guión para el cambio.

El Rey emplazó a los partidos a recuperar cuanto antes la vocación de acuerdo que hizo posible culminar con éxito la transición de la dictadura a la democracia. Reclamó una vuelta a los valores de tolerancia, honestidad y rigor como bases imprescindibles para superar el actual clima de la desafección. Y reivindicó la unidad de España, como no podía ser menos en quien es garante constitucional de la misma, pero una unidad que «no debe ser sinónimo de uniformidad, sino de respeto a una diversidad» que prometió proteger. «En esa España unida y diversa cabemos todos», fue susu frfrase para la historia. En pleno desafío sobberanista catalán, con el nacionalismo vasco detrás a la espera, había expectación por lo que puddiera decir el Monarcaca. Se había especuladodo cocon que algunos pasajes del discurso podrían ser en catalán, euskera y gallego.

No fue tal. Un desacierto. Las únicas palabras en una lengua distinta al castellano llegaron en el agradecimiento final. Eso sí Felipe VI se cuidó de pedir respeto y protección para las lenguas cooficiales. Proclamar la pluralidad del Estado. Y anunciar su disposición a «escuchar, comprender, advertir y aconsejar».

Era previsible que un mensaje así resultara insuficiente para los nacionalismos vascos y catalán, y así fue. Queda por ver, sobre todo en el caso del PNV, si la cuidada frialdad exhibida ayer es el reflejo de su creciente desconfianza en que vaya a ser posible un pacto o una estrategia para la negociación que viene sí o sí.

ALBERTO AYALA, EL CORREO – 20/06/14