Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
El Gobierno vasco anunció ayer las nuevas condiciones del Plan Renove para el automóvil. La idea es buena porque necesitamos fomentar el consumo y más cuando no se discrimina por combustible y se incluyen las furgonetas fabricadas en Vitoria. Pero, más que fomentar el consumo, lo que necesitamos de verdad en este país, y ahora hablo de toda España, es garantizar y, si se puede, incrementar la producción. Acabamos de conocer los planes del cierre de la planta de Nissan en Barcelona, temblamos con la insistencia del Gobierno francés de repatriar producciones de Renault y Citroën y nos asustamos cuando vemos reducciones en los planes de Mercedes o de Michelin. Todo ello está más que justificado. La industria del automóvil y toda la industria auxiliar que gira a su alrededor constituyen un pilar de nuestra economía del que, simplemente, no podemos prescindir.
Pero, una vez que no tenemos producción propia -eso en el mundo de hoy es una quimera-, ¿tenemos en el País Vasco el suficiente atractivo para captar inversiones de los fabricantes mundiales? ¿Disponemos de la necesaria interlocución con ellos? Pues de todo. La verdad es que tenemos varios puntos fuertes. Una excelente disposición de trabajadores capacitados, centros de I+D abundantes, un puerto con buenas conexiones y un Gobierno mucho más concienciado que la población a la que administra.
Pero todo esto es muy difícil hacerlo desde un Gobierno autonómico y resulta imprescindible la colaboración con el central. Puesto a elegir, sería más conveniente gestionar con él algún traslado o una nueva implantación que acordar, por ejemplo, la desescalada tras la pandemia. Pero no sé si es descabellado esperar algo del Gobierno Sánchez en esta materia. Sobre todo, tras las declaraciones del vicepresidente segundo y de su apoyo exterior, el inefable Gabriel Rufián, con el caso Nissan. Ambos hablaron de nacionalizar la planta. ¿Pero exactamente nacionalizar qué? Tendríamos el suelo y las paredes y quizás un montón de deudas. Pero no tendríamos ni tecnología, ni patentes, ni red comercial, ni marcas, ni… empresario. ¿Qué fabricaríamos, que venderíamos, dónde? Pequeñas preguntas sin respuesta.
Estas declaraciones son la demostración evidente del tamaño enciclopédico de la ignorancia en gestión que tienen varios de los que gestionan hoy el país. En este sector, no caben estas posturas. Si de verdad quieren ayudar a quienes perderán su empleo, que se ocupen de garantizar la libertad económica, la seguridad jurídica y la estabilidad política. Eso sí está en sus manos, y es un buen inicio.