HERMANN TERTSCH – ABC – 26/06/15
· Los rituales y las formas, también en el vestir, son la expresión del valor que se concede a valores, símbolos y sentimientos.
El pasado domingo, ABC hizo un espectacular despliegue de magníficas firmas del periodismo español para tratar sobre una gran cuestión que se ha ignorado mucho tiempo en España. Y cuyos efectos nefastos algunos creemos ver por todas partes. Se trata del declive en el respeto y cultivo de las formas en el trato y en la llamada buena educación.
«La mala educación gana terreno en España» decía el titular en nuestra segunda portada. En un claro exceso de optimismo porque sugiere que aun le queda terreno por conquistar. Cuando lo cierto es que salvo reductos privados o en círculos muy específicos y selectos de la administración o la sociedad, el trato habitual hoy en día es algo mucho peor que informal. La buena educación es algo más que lograr que los niños no coman mirando al móvil, gesticulen con los cubiertos, se metan el cuchillo en la boca, dejen libres los asientos a los mayores. La buena educación es mucho más que las buenas maneras, pequeñas reglas de urbanidad en el comportamiento público que facilitan la convivencia.
Se daba por hecho que todos las agradecían y a todos beneficiaban. Hoy, solo poner la televisión lleva casi a oler el aliento de una gentuza que no respeta ninguna fórmula o forma de hacer amable el trato al prójimo por la sencilla razón de que son profesionales del ofender, del descalificar o ridiculizar. Lo que no es agresión y mofa es sentimentalismo primario. El tuteo es hoy en España una peste descontrolada que contribuye como pocos factores a la aridez, acritud y zafiedad en el trato público. Siempre hay ideología en los cambios de trato. Y siempre hay muchas diferencias entre los diversos países y entre las clases sociales. Hay aun países en los que es casi impensable acudir a invitados a la cena a una casa sin llevar unas flores. Y hay países en los que esos que orinan por las calles de las ciudades españolas serían tratados como animales de granja antes de ser multados como ciudadanos de incontinente grosería.
Hay otras culturas mucho más estrictas que Occidente en la observancia de sus reglas de trato y cortesía, véase el ejemplo de Japón. La mayoría de ellas lo son con mucho provecho. Los rituales y las formas, también en el vestir, son la expresión del valor que se concede a valores, símbolos y sentimientos. Hasta hace medio siglo había en el mundo occidental unos códigos homogéneos que eran comúnmente aceptados. Hoy en todos los países europeos se han relajado. En algunos se olvida casi por completo. En ciertas cosas para bien. En muchas otras para mal. También la mezcla de culturas debido a la inmigración ha hecho mucho.
No dejará su asiento a una mujer quien la considera un animal más barato que un camello. La desaparición de las buenas maneras es el aspecto más visible de la más grave desaparición de las formas de respeto, comunión entre iguales y culto. Que reflejan el enorme predominio de la falta de respeto mismo. Ahora mismo pagamos ya, muy especialmente en España, triste avanzada en el deterioro, esa política de desprecio a las formas en el trato entre nosotros y a nuestros símbolos.
Con un grave deterioro de la civilización, nadie sabe si irreversible. Algunos que de pequeños nos creíamos torturados por nuestros mayores por su puntillosa atención a las formas, celebramos contar con los elementos para valorar y entender el decisivo sentido de las formas. El respeto a las formas lleva a la capacidad de gratificación e identificación que está en el entender del significado de la liturgia en toda la vida del mortal con sentido trascendente.
HERMANN TERTSCH – ABC – 26/06/15