EL MUNDO 15/12/15 – EDITORIAL
· Ninguno de los dos líderes de los partidos mayoritarios tiene motivos para enorgullercerse del debate de anoche, en el que faltaron las propuestas y sobraron los insultos. Más que una discusión dialéctica y un intercambio de ideas, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez protagonizaron una pelea de boxeo, sin piedad con el rival y llena de golpes bajos. Ni la imagen de uno ni la del otro salió fortalecida ante los millones de espectadores que permanecieron perplejos por el espectáculo de la confrontación entre los candidatos de los dos partidos que han gobernado España desde comienzos de los años 80.
Pedro Sánchez llevó la iniciativa y marcó la agenda del debate, pero cometió el error de insistir en el insulto y la descalificación hacia el presidente del Gobierno, al que acusó de ser corrupto, de impedir que las mujeres decidan libremente sobre su maternidad, de ser hostil a la inmigración, de no defender los intereses de España y de recortar salvajemente el gasto en dependencia, becas y cobertura del desempleo. Sánchez subrayó que Rajoy debería haber dimitido tras la publicación de los mensajes cruzados con Luis Bárcenas y le acusó de mentir y manipular sistemáticamente a los ciudadanos.
Rajoy intentó aguantar los primeros golpes con una cierta tranquilidad, pero no pudo reprimir su indignación cuando el aspirante socialista le dijo que no era «decente» y que había amparado la corrupción en su partido. «Su afirmación es ruin, mezquina y deleznable», le contestó el líder del PP.
Fue un debate bronco, tenso, en el que ambos se reprocharon faltar a la verdad y en el que brillaron por su ausencia las propuestas. Sánchez no hizo casi ninguna. Se comprometió a subir el salario mínimo a 1.000 euros y a ampliar la educación obligatoria hasta los 18 años, pero no cuantificó el coste de esas medidas. Rajoy se refugió en su promesa de crear dos millones de nuevos puestos de trabajo en la próxima legislatura. Tal vez tenía pensado explicar sus medidas de impulso a la economía, pero no pudo hacerlo porque optó por refutar los incesantes e hirientes reproches de su contrincante.
La confrontación dialéctica entre ambos estuvo marcada por continuas referencias al pasado. Sánchez hizo mención a la corrupción y los recortes en prestaciones sociales, mientras que Rajoy le recordó que el Ejecutivo de Zapatero dejó un déficit público de 80.000 millones de euros, un fuerte incremento del paro y una economía en depresión.
La encuesta entre los lectores de EL MUNDO dio ganador a Rajoy, quizás porque percibieron que Sánchez estuvo peor que el presidente por su encono en la descalificación y su negativa a reconocer algo positivo en la gestión de este Gobierno.
Los dos ganadores fueron por contraste los ausentes Ciudadanos y Podemos, ya que sus dos líderes han demostrado que se puede discutir sin insultos y con un mínimo de respeto al adversario. El tópico de que España es un país cainita quedó reforzado ayer en el que podría ser el último debate del bipartidismo. Un triste y desafortunado punto final.