RAMÓN PÉREZ-MAURA-EL DEBATE
  • Llama la atención que el principal problema de la campaña sea: «Izquierda e independentismo prometen aislar a la ultraderecha. Todos los partidos salvo PP y Ciudadanos firman un cordón sanitario para no apoyarse en los votos de Vox y Aliança»
El pasado 25 de abril estuve en Barcelona porque ese día presentamos allí la edición catalana de El Debate. A mediodía quedé a comer con un buen amigo que reservó mesa en Via Veneto. Había un poco más de media entrada. Y pronto me llamó la atención que, en todas las mesas, hasta donde me alcanzaba la audición, se oía hablar castellano. A nuestro lado, solo y esperando a su invitado, una cara conocida de las finanzas a la que no conseguí poner nombre. Tras media hora esperando, llegó su compañero de mesa: el conde de Godó. Sin necesidad de prestar atención, dada la cercanía de nuestras mesas, pude comprobar que ambos se pasaron el resto de la comida –al menos hasta que yo me fui– hablando castellano, con la única excepción de alguna interjección en catalán.
Mi reflexión tras el almuerzo era que ésta es una prueba de la gran hipocresía en torno a la lengua que se da allí. La clase dirigente quiere promover el catalán hasta convertirlo casi en monolengua, pero en privado sigue empleando el castellano mucho más de lo que están dispuestos a reconocer.
Hoy concluye la campaña electoral de las elecciones al Parlamento de Cataluña. Su enorme repercusión sobre el escenario político nacional, mayor que la de ninguna otra elección autonómica desde que tenemos este sistema político, ha contrastado con la moderada atención que se le ha prestado en los medios de comunicación de ámbito nacional. Puede haber muchas razones para ese distanciamiento, pero yo sospecho que hay una principal: ninguno de los tres grandes partidos catalanes ha hablado con claridad del elefante que hay en el salón de la casa. Por ese salón se mueve un paquidermo que destroza todo lo que encuentra a su paso: el referendo de autodeterminación. Ni PSC-PSOE, ni Junts, ni ERC han querido hablar abiertamente de ello. No convenía nada en plena campaña. Hay que buscar problemas alternativos. Y los medios que hacen la campaña al PSOE están en perfecta sintonía. Sin ir más lejos, ojeando el ejemplar de ayer de El País llamaba la atención que el principal problema de la campaña sea, según la información de la portada: «Izquierda e independentismo prometen aislar a la ultraderecha. Todos los partidos salvo PP y Ciudadanos firman un cordón sanitario para no apoyarse en los votos de Vox y Aliança». Este titular merece un repaso.
«Prometen aislar a la ultraderecha». Es decir, el problema de Cataluña no es el independentismo, ni que se diera un golpe de Estado en 2017, ni la marginación de quienes quieren para sus hijos el legítimo uso del español en las escuelas. No. El problema es la ultraderecha. Y por eso, toda la patulea independentista hará un cordón sanitario contra Vox y Aliança. Muy interesante. ¿De verdad creen que había la más mínima posibilidad de que Vox diera su apoyo a ninguno de los partidos anticonstitucionales para que formasen gobierno en esa región? Y quede claro que como Vox ha repetido multitud de veces, en esta hora el PSC de Illa está tan fuera de la Constitución como Junts. Y como colofón del titular, PP y Ciudadanos son igual de malos por no unirse a los independentistas en este «cordón sanitario». Nos toman por idiotas
Apostilla: El carácter más distintivo de los independentistas radicales de Aliança es su xenofobia. Es por eso que, al discurso único le interesa identificar como la misma cosa un partido independentista con un partido que defiende la unidad de España como primer punto de su ideario. Igualitos. Un discurso para mentes preclaras. Con un par.