MIKEL BUESA-LA RAZÓN

  • Su fatalidad no tuvo el mismo carácter que el de los cadáveres con los que ETA fue regando su periplo violento
La semana pasada tuvo lugar en Vitoria el Día de la Memoria, aprovechando que el 10 de noviembre es la única fecha del calendario en la que ETA no mató a nadie. El Parlamento Vasco homenajeó a las víctimas de esa organización, añadiendo a la consideración del evento a las que murieron a manos de los GAL. Ya se sabe que, en el País Vasco, hay que mezclarlo todo de manera que, en este caso, se acaban asimilando entre sí a los dos terrorismos aludidos como si ambos tuvieran igual naturaleza. No es de extrañar, por eso, que los diputados del PP y de Vox no participaran en el acto, pues seguramente sus partidos no aceptan que sea lo mismo un terrorismo de carácter nacional-independentista que otro promovido por el Estado. Claro que el PNV y el PSOE compartieron al alimón el evento –pues en esto, es obvio, tienen mucho en común– con el añadido de EH Bildu.

Aclaremos que este último partido se quiso singularizar, de manera que en un aparte reivindicaron a los muertos de ETA como víctimas del terrorismo, lo cual avivó la confusión conceptual. Pero, al hacerlo, aludieron a 35 etarras, lo que señala que en la izquierda abertzale sólo se considera homenajeable a una exigua proporción de los terroristas que perdieron la vida en acción. Éstos, según consta en los archivos del terrorismo vasco, sumaron 127; o sea tres veces y media más que los recordados en la desmemoria bildutarra. Entre ellos abundan los que perdieron la vida en enfrentamientos a tiros con la policía o la Guardia Civil. Sin duda, eligieron ese destino cuando se alistaron en ETA tratando de emular a los viejos gudaris que combatieron en la Guerra Civil. Pero en otros casos no fue esa su suerte, pues hubo quienes perecieron al estallarles los explosivos que manejaban y quienes optaron por el suicidio. Añadamos los siete que fueron ejecutados por sus correligionarios. ¿Fueron estos muertos víctimas del terrorismo? No lo descarto. Pero sin duda su fatalidad no tuvo el mismo carácter que el de los cadáveres con los que ETA fue regando su periplo violento. Así que el Día de la Memoria me parece más bien un ejercicio de amnesia.