JOSÉ MARÍA CALLEJA, EL CORREO 07/03/14
· Después de pasar veinte años en la cárcel por asesinar a tres personas en Santander, en febrero de 1992, Iñaki Rekarte fue expulsado de la banda ETA por renegar de la violencia. Este exetarra se entrevistó en prisión con la viuda de una víctima del terrorismo y le pidió perdón. En aquella conversación, cuenta ahora Rekarte, aprendió la inmensa bondad de una mujer que no tenía odio. Él no se cree capaz de tener una actitud semejante.
Después de pasar veinte años en la cárcel, Rekarte llega a la conclusión de que si haces el mal, la vida te lo devuelve. Ahora no quiere saber nada de la banda terrorista en la que asesinó y que le acabó expulsando. Una prueba más del carácter mafioso de esa secta, en la que se entra de uno en uno pero de la que, hasta hace poco, solo se podía salir en manada.
Dice Rekarte, en una entrevista en la Ser, que la banda, «a ritmo de caracol», acabará disolviéndose y entregando las armas, porque no tienen otra y les falta la cobertura política que en su día tuvieron.
Es relevante el testimonio de un etarra que, como tantos de su generación, entró de joven en la banda, asesinó porque esa era su forma de vida, pasó años en la cárcel y esta reclusión le sirvió para llegar a conclusiones respecto de sus crímenes que le alejó de esa forma de estar en la vida que consiste en arrebatársela al prójimo.
Rekarte pide perdón a las víctimas y se reúne con una mujer a cuyo marido asesinó la banda terrorista ETA. Pero este gesto no puede diluir lo más importante: ha habido una organización terrorista que ha asesinado de manera planificada, sistemática, sostenida en el tiempo, para conseguir unos determinados objetivos. Hay unas víctimas que son la consecuencia del terror creado por una banda para lograr sus fines totalitarios.
Este es el problema. Una organización que se constituye sobre el asesinato y el miedo para lograr el poder e instaurar su dictadura. Unas víctimas que no lo han sido porque sí, que han muerto porque una banda ha decidido asesinarlas de manera calculada. Aquí no ha habido un problema privado entre el que mataba y el asesinado, aquí ha habido víctimas del terrorismo porque una organización totalitaria las ha asesinado para conseguir sus fines.
Bien, la banda terrorista ETA ha sido derrotada por la democracia española. Mientras esa derrota se iba fraguando, ha habido etarras –unos pocos, demasiados pocos–, que han sentido la necesidad vital de pedir perdón a sus víctimas. Ha habido víctimas, pocas, que han concedido ese perdón. Ese ejercicio puede ser necesario para el que deja el terror y aceptado por el que lo ha sufrido, pero no puede tapar el problema estructural de una banda que asesinó para ganar y que ha sido derrotada.
JOSÉ MARÍA CALLEJA, EL CORREO 07/03/14