EL CORREO 22/02/14
· Jonathan Powell pretende celebrar la semana que viene una nueva cumbre internacional en San Sebastián.
Jonathan Powell, el exjefe de gabinete de Tony Blair y uno de los principales impulsores de la Conferencia de Aiete celebrada en octubre de 2011 en San Sebastián, quiere promover una cita similar la semana que viene y en el mismo lugar para avalar el anuncio realizado ayer por la Comisión Internacional de Verificación sobre el desarme de ETA.
Powell ha tenido un papel destacado en los últimos pasos dados por la banda terrorista, incluido el desvelado ayer: su compromiso de sellar parte de su arsenal. Un gesto que ha sido considerado insuficiente por el Gobierno vasco y el PSE y criticado por el PP, pero que los expertos internacionales consideran fundamental y un escalón previo y necesario para que ETA anuncie a corto plazo su disolución.
Aunque el nombre de Powell ha salido pocas veces a la luz, el antiguo asesor del primer ministro británico y su equipo han mantenido diversos contactos tanto con la cúpula de la organización terrorista como con el lehendakari, Iñigo Urkullu. Asimismo, ha establecido un diálogo fluido con los responsable de la CIV.
Mismo esquema
A pesar de que son dos grupos diferentes, a los que además habría que añadir a los mediadores del abogado sudafricano Brian Currin, su trabajo ha estado interconectado con un objetivo común: presionar a ETA para que realizase gestos que pudiesen ser entendidos como avances en su decisión de abandonar de forma definitiva el terrorismo.
Powell fue uno de los participantes y promotores de la Conferencia de Aiete, celebrada en San Sebastián unos días antes de que ETA anunciase el cese de su actividad armada. Junto a él estuvieron, entre otros, el expresidente irlandés Bertie Ahern o el dirigente del Sinn Féin Gerry Adams para rubricar una declaración en la que se pedía a ETA el cese del terrorismo. Aunque la cita fue acogida con notables dosis de escepticismo por el PSE y sobre todo el PP, la banda cumplió aquella petición sólo un par de días después.
Pero aquel texto también pedía a los gobiernos de España y Francia que «aceptasen iniciar conversaciones para tratar exclusivamente las consecuencias del conflicto», una forma de aludir a la situación de los presos y la entrega de armas.
Respecto a las víctimas, en la declaración se instaba a adoptar «pasos profundos para avanzar en la reconciliación, reconocer compensar y asistir a todas las víctimas, reconocer el dolor causado y ayudar a sanar las heridas personales y sociales».
Aquella reunión congregó en el Palacio de Aiete a representantes de diferentes partidos y organizaciones sociales. Un esquema que Powell querría repetir durante los próximos días, aunque con una notable diferencia. La nueva cumbre no sería algo previo, sino posterior al compromiso de la organización terrorista de dejar fuera de uso parte de sus armas, una decisión verificada por los expertos internacionales de Ram Manikkalingam. La nueva cita en el Palacio de Aiete serviría para dar más valor al anuncio realizado ayer en Bilbao.
Espaldarazo
Todavía no está cerrado ni el formato ni la fecha, aunque se barajan dos opciones: el miércoles o el jueves de la semana que viene. Sí esta asegurada la presencia de Powell y es posible que también regresen a Euskadi Ahern y Adams, aunque no está confirmado. Su vuelta a Aiete supondría todo un espaldarazo mediático e internacional al paso dado por ETA.
Powell tiene el aval de su experiencia en el proceso que puso fin al terrorismo del IRA en la década de los noventa. Durante años asesoró a Blair en esta materia y participó en las conversaciones entre ese grupo terrorista y los gobiernos de Londres y Dublín.
Tras su primera aparición en Euskadi en 2011, su papel quedó algo difuminado y pareció pasar a un segundo plano ante el auge de los verificadores de Manikkalingam. Regresó en noviembre de 2012 pero con mucho menos éxito que un año antes.
También entonces intentó reeditar una nueva cumbre de Aiete, pero con nulo éxito. Mantuvo diferentes encuentros con representantes políticos y sociales, a los que intentó convencer de las bondades de su propuesta. Pero no sólo no lo consiguió, sino que se acabó llevando la reprimenda del Gobierno vasco, entonces en manos de los socialistas con Patxi López de lehendakari, que le exigió mayor discreción.
EL CORREO 22/02/14