Un fallo en el sistema

LIBERTAD DIGITAL 25/01/17
JOSÉ MARÍA ALBERT DE PACO

· El verdadero lastre de Ciudadanos es el modo en que Rivera conduce el partido. En Cataluña le acaban de dar un aviso.

Que el exdiputado de Ciudadanos Jordi Cañas, condenado al ostracismo por el presidente del partido, Albert Rivera, haya sido el compromisario congresual más votado en Cataluña es una excelente noticia. La posibilidad de que Cañas defienda la transversalidad del partido frente a quienes, como Rivera, pretenden soslayar su impronta socialdemócrata resulta, cuando menos, edificante. En primer lugar, por lo que tiene de ennoblecimiento de la política en su acepción más sólida, factual y, por qué no decirlo, intelectual. Llama la atención, por cierto, que de todos los congresos que se avecinan sea el de Ciudadanos, precisamente el partido de mayor sesgo tecnocrático, el que, a priori, haya de acoger discusiones más trascendentes, dado que los cónclaves de PSOE y Podemos serán, con matices (ínfimos en el caso del PSOE), meras trifulcas por el poder. Por qué el PP celebra congresos es un misterio.

En cualquier caso, y siendo primordial el debate, digamos, ideológico, el verdadero lastre de Ciudadanos es el modo en que Rivera conduce el partido, y que ha resultado en la colocación (y nunca mejor dicho) en la cúpula del mismo de un rosario de militantes perfectamente anodinos, y cuyo único mérito, al parecer, es no contradecir al líder. Cañas, después de todo, es la viva demostración de que aquellos que proyectan la menor sombra sobre Rivera se ven abocados a la irrelevancia. De ahí, sin ir más lejos, que Arrimadas no tenga contestación alguna entre dirigentes que, en privado, confiesan su extrañeza, cuando no estupor, ante algunas de sus declaraciones. O que la eurodiputada Teresa Giménez Barbat, integrada en Ciudadanos Europeos, la mentora de Rivera cuando Ciudadanos no era más que «la asociación de Boadella», merezca por parte de sus compañeros el más burdo de los ninguneos… y todo para no contrariar a Rivera y su guardia pretoriana, que ven en ella un residuo del arcadismo.

Obviamente, siempre hay un pretexto a mano para que la marginación parezca un accidente. Así, y según dicta la versión oficial, la caída en desgracia de Cañas se debió a la corrupción y Giménez Barbat es una tránsfuga de UPyD; la clase de inexactitudes (¡de posverdades!) que aconsejan cautela, no fuera a ser que el siguiente sea yo. En cuanto a Arrimadas, ha bastado con redoblar su autoridad designándola portavoz para dar el preceptivo aviso a navegantes. Bien, por una vez, elección de Cañas mediante, el aviso lo recibe Rivera.