TEODORO LEÓN GROSS, EL CORREO 23/10/13
· Todo fracaso en la lucha contra el terrorismo deja una estela desoladora de frustración, pero sobre todo si se trata de un fracaso moral. La Justicia española traspasó la línea roja, sostiene el Tribunal de Estrasburgo. Nada que ver con los GAL, desde luego, pero retrata al Estado creando atajos para sus leyes deficientes. Y en ese terreno ha perdido. Por eso los abertzales descorchaban su retórica festiva, mientras un aire funeral se extendía más allá con la sensación de haber fallado. A pesar de todo, el ‘dramatis personae’ es el mismo: quiénes son los asesinos; quiénes acatan la ley; quiénes creen en los derechos humanos y quiénes los han asfixiado durante décadas con la serpiente. La mala noticia es –Marca España– ver esto convertido en otra coartada para desatar el aquelarre nacional del sectarismo, la guerra ideológica de guerrillas donde todo vale; esa sinrazón sintetizada en el diálogo abracadabrante de dos viejas estrellas del periodismo:
– ¿Podemos mandar al carajo al Tribunal de Estrasburgo, compadre? ¿Decimos que hay tribunales cómplices de la ETA?
– Totalmente. Hay tribunales cómplices del terrorismo dominados por el socialismo europeo.
Da igual que sea el mismo tribunal –entonces ejemplar, claro– que avaló la ilegalización de Batasuna. Ahora resulta que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos también es ETA. En España ya hubo jueces prestigiosos en el Supremo que alertaron de esto; pero se impuso ‘la espiral del silencio’, aquella teoría de Noelle-Neumann para explicar la inacción alemana en los treinta: hay momentos en que es difícil oponerse a una corriente dominante. Pocos alzaron la voz ante la presión aquella de ‘o con nosotros contra ETA o con ETA’. Ayer un diputado de IU partidario de la sentencia recibía amenazas de muerte de militantes del PP. Esa España, que parece no ser país para un Estado de derecho, es la peor noticia.
Lo ocurrido era un desenlace verosímil para la aplicación retroactiva de la ‘doctrina Parot’, que en definitiva se manejaba sobre la cuerda floja del principio de legalidad. Las leyes penales sin reformar desde el franquismo eran de espoleta retardada. Pero en el momento actual, con ETA acabada, debería ser más sencillo asumir una política de Estado apareciendo todos unidos con el compromiso de defender unidos la razón moral y la dignidad de las víctimas. Tampoco ahora. En lugar de eso, ataques a Zapatero, a Rajoy, a la derecha, a la izquierda, y ya puestos el Faisán, el Yakolev, los jueces, a todo lo que se moviera. Será duro ver a etarras sanguinarios como Troitiño o Kubati salir homenajeados; pero eso es algo que solo se encara desde una sociedad unida con valores fuertes, no así. Es inútil. Como la educación o las pensiones, el terror no es una excepción. Nada más desalentador que esta España condenada a la cadena perpetua del trincherismo.
Eso sí que es un fracaso moral.