Un hombre serio

IGNACIO CAMACHO – ABC – 07/10/16

· Rajoy no puede declinar la investidura si está a su alcance. Quedaría como un zascandil. Y él es un hombre serio.

Mariano Rajoy es un hombre serio. No sólo lo es, sino que presume de serlo. La seriedad constituye uno de los pilares de su código de valores éticos e intelectuales, de su mentalidad meritocrática burguesa. Ser serio, ha dicho alguna vez, es lo más importante en la vida. Le gusta la gente fiable, sensata, formal, coherente, fiel a su palabra, y así es como quiere ser él mismo. Una persona equilibrada, consecuente, estable, alejada de la banalidad, del capricho, del criterio tornadizo, de la ligereza. Cuando el presidente dice de alguien que es un chisgarabís pone una inmensa carga de desprecio en el término: significa que ese sujeto no merece su confianza.

Es por esa razón por la que debe y va aceptar la investidura si el PSOE le ofrece una simple abstención, completa o parcial, sin más avales. Durante todo lo que va de año, el Gobierno y el PP han insistido en la necesidad de formar gobierno y han presionado dramatizando la vuelta a las urnas como una catástrofe impropia de un país serio. No sería congruente que se aprovechasen ahora de la debilidad interna del adversario –provocada por el tardío ataque de cordura de parte de sus dirigentes– para provocar la repetición electoral sólo porque les podría proporcionar una mayoría más cómoda. Lo que le bastaba hace un mes no puede resultar ahora insuficiente para un político responsable.

Claro que sería deseable un pacto más sólido. Un acuerdo presupuestario que otorgase cierta estabilidad al menos al primer año de legislatura. Un compromiso de cohesión nacional ante el desafío soberanista. Un mínimo de seguridad de que el nuevo Ejecutivo no será revolcado una y otra vez en el Parlamento con la colaboración basculante de Ciudadanos. Pero los socialistas, acosados por Podemos y por sus propias bases, no pueden ofrecerle eso sin hacerse más daño. Consentir la reelección marianista ya tiene para ellos un alto coste después de haber satanizado al PP como epítome del mal. Arrepentidos los quiere el Señor. No están en condiciones objetivas de llegar hoy por hoy más lejos.

Además, las elecciones son una incógnita. El bloqueo ha provocado un hartazgo popular que sigue creciendo en las encuestas del CIS. Los ciudadanos pueden reaccionar contra el partido al que encuentren culpable de obligarles a votar por tercera vez en un año. Y Rajoy lo sabe. Sabe que si escuchase los cantos de sirena de sus asesores y se negara ahora a presentarse quedaría señalado como un zascandil no sólo en España: también ante una Europa que nos sigue esperando. Es consciente de que si el PSOE le garantiza el paso no tiene más remedio que postularse de nuevo ante el Rey para investirse con 170 votos y gobernar con 137 diputados.

Será un mandato espinoso, turbulento, escarpado. Y con alta probabilidad, corto. Pero la alternativa no existe. Y los hombres serios han de serlo también en las circunstancias difíciles.

IGNACIO CAMACHO – ABC – 07/10/16