EL CORREO 05/05/14
TONIA ETXARRI
· La esencia del encuentro entre Urkullu y Mas hay que sustanciarla en el freno del lehendakari al debate sobre el derecho a decidir
Entre las críticas dirigidas por los grupos de la oposición al lehendakari Urkullu por haber recibido a Artur Mas en Ajuria Enea en medio de un trasnochado secretismo, apenas nadie reparó en el momento en que se celebraba la polémica reunión. Dos días después de que el lehendakari hubiera echado el freno al debate sobre el derecho a decidir. Un jarro de agua fría para los independentistas impacientes. Y un desaire hacia su interlocutor que necesita, desesperadamente, encontrar compañeros de viaje en su aventura. Ni era el 1 de mayo un día tan trascendente. Ni siquiera el favor (relativo) que pudo hacer el lehendakari a su homólogo en la Generalitat al posar junto a un político tan aislado en la actualidad. Ni las críticas que ambos pudieran formular conjuntamente al socorrido «inmovilismo» de Rajoy justificaban la escena.
La esencia del momento en que se produjo ese encuentro hay que sustanciarla en que, dos días antes, Urkullu había decidido salir ante los medios para marcar su propio terreno. Y sus distancias. Y para frenar tanta especulación sobre lo que debía, o no, discutirse en la ponencia de autogobierno en el Parlamento vasco, el lehendakari había emplazado a todos los partidos para que se atuvieran al guión y aparcaran, de momento, el debate sobre el derecho a decidir. Ese fue el gran golpe de mano que dio Urkullu dos días antes de recibir a Artur Mas.
Fue en una comparecencia pública. Ante los medios de comunicación. Ahí están los documentos gráficos y sonoros que dieron fe de sus palabras. El lehendakari no piensa traspasar sus límites institucionales. Es cierto que su inconcreción sobre su plan (que se presume soberanista en consonancia con su sueño de «soberanía plena», a la par que compartida) está empezando a exasperar a toda la oposición parlamentaria. Así es que posiblemente termine presentando su proyecto para liberarse de la presión de quienes le dicen que está parapetado tras las rondas y comparecencias parlamentarias. Pero si algo tiene claro este lehendakari, parafraseando a Jordi Pujol en la etapa en la que ejercía de ‘honorable’ presidente pragmático, es que «ahora no toca» abrir la caja de los truenos.
A pesar de esa declaración de principios, en cuestión de ritmos, su compañero de partido, Joseba Egibar, no ha querido darse por enterado. El toque de atención debería haberle afectado, sencillamente porque él está dando por hecho que, en la ponencia del Parlamento, se tiene que debatir sobre el derecho a decidir. Sí o sí. Y en eso coincide con EH Bildu. En el debate radiofónico que mantienen los parlamentarios todos los sábados en Radio Euskadi, Egibar les requirió a sus compañeros de tertulia: «¿Por qué estáis obsesionados con lo que piensa el PNV sobre el derecho a decidir?». Y el único que le respondió directamente fue Gorka Maneiro, de UPyD: «Porque el lehendakari dijo que había que aparcar de momento el debate sobre el derecho a decidir». Lo curioso es que Egibar rebatió la evidencia. Porque el lehendakari, según Egibar, no dijo lo que todos entendimos. Un mensaje tan claro que a Laura Mintegi, de EH Bildu, le había parecido «muy grave».
El caso es que, después de que Urkullu echara el freno sobre ese debate, cediendo toda iniciativa al Parlamento vasco, Artur Mas volvería a sentirse tan sólo como en sus giras europeas. Porque ya conoce las escasas posibilidades que tiene de triunfar con su referéndum ilegal. Sabe también, aunque pase olímpicamente de los avisos europeos como pasa Egibar de los mensajes que no le conviene oír, que una Cataluña independiente no podría encajar automáticamente en la Europa de los Estados. Lo sabe.
Pero que el lehendakari se haya quitado públicamente de enmedio diciendo que ahora no toca hablar sobre el derecho a decidir, no fue el mejor adorno para la entrevista que ambos mantuvieron en Ajuria Enea. Después de la reunión, el presidente de la Generalitat, más solo. Y el lehendakari, más recolocado. Por eso la izquierda abertzale aprovecha la precampaña para decirle que tome ejemplo de Artur Mas y elija la ruta directa hacia el precipicio. Sostiene Egibar que el mero hecho de que el PP haya pedido al Gobierno español que elabore un informe sobre el coste económico de una Euskadi independiente, ya deja sentado que se está hablando de lo que se asegura no querer hablar.
Nos marearán durante un año, por lo menos, en la ponencia parlamentaria sobre autogobierno, mientras a Artur Mas se le agota el tiempo que él mismo se ha impuesto, presionado por ERC y la ANC. Pero el debate sobre el desafío soberanista del nacionalismo catalán y el futuro inconcreto del nacionalismo vasco se hará hueco en los discursos de los grandes partidos. Ayer el ex ministro y cabeza de lista del PP, crecido por el ‘efecto Cañete’ del que hablan los últimos sondeos de intención de voto, dio un «aviso a navegantes» en el acto de Bilbao, al hablar de la integridad territorial de España.
Patxi López se reafirma en contra de la independencia. No vaya a ser que le confundan con algunos compañeros suyos de Cataluña. Y desde el PNV, Itxaso Atutxa diciendo que si el Gobierno español lleva 35 años incumpliendo el Estatuto, «¿cómo no vamos a querer caminar a nuestro aire»? Ahí queda eso, Artur Mas. «A nuestro aire». Y hasta ahí pueden leer sus compañeros de coalición en estas elecciones europeas. Porque el PNV ha vuelto a sacar a pasear esas dos almas que tan bien le han funcionado durante tantos años.